domingo, 30 de octubre de 2016

Diagonale des Fous 2016


(… si pasáis de intros y solo os interesa la sangre y destrucción podéis ir directamente tres o cuatro párrafos más abajo…)
 
Para ser sincero esta carrera empezó como un plan B, concretamente la tarde que salieron los resultados del sorteo del Tor des Geants. Esa era la carrera que tenía en mente para la segunda parte de 2016, pero las monedas, bolas o un maldito programa informático me mandó a las catacumbas de la lista de aspirantes. Automáticamente me puse a buscar un plan B en pleno calentón y acabé en la web del Grand Raid de la Réunion, más conocido como la DIagonale des Fous, que hace referencia a la más larga de las tres carreras que comprenden este evento. En Francia es la segunda carrera por la que te pregunta todo el mundo, sólo después del archiconocido Ultratrail del Mont Blanc. Las inscripciones estaban abiertas… Por qué no?... Le echo un vistazo rápido al precio de los vuelos… Razonable… No se hable más… Pam, inscrito (cuando volví a la página de los vuelos me di cuenta de que sólo había mirado el precio de la ida…).
Diagonale des Fous significa “diagonal de los locos”. Lo de “diagonal” es porque el recorrido atraviesa la isla de la Reunión en “diagonal”. Bueno, teniendo en cuenta que la Reunion en más o menos un círculo aquí un matemático quisquilloso podría poner objeciones… Lo de “locos” es porque se supone que ponerse a cruzar la isla a pata sin parar y con los desniveles que se plantean requiere estar más sonado que el pecho de King Kong. Sea como sea, la prueba en sí consiste en un recorrido de 167km con unos 10000 metros de desnivel positivo. Como tal, estos números no suponen nada extraordinario dentro de este tipo de carreras. El propio UTMB, considerado como una carrera “corredora” tiene 9300 en una distancia similar, el Grand Raid des Pyrenees, 10000 en 160km, y una prueba como la Ronda dels Cims se va a 13500km en solo 3 kilómetros más. Pero hay un factor que diferencia a esta carrera de las demás, y es que no está permitido el uso de bastones. Eso, en zonas de desniveles hardcores como los que hay en la parte central de esta carrera es realmente una putada, sobre todo para los que estamos acostumbrados a utilizarlos. Un segundo punto a tener en cuenta son los cambios de temperatura. Estamos hablando de una isla situada en zona tropical, que aunque ahora esté en primavera presenta unas temperaturas al nivel del mar que se van fácilmente más allá de los 25 grados durante el día. Al mismo tiempo la prueba atraviesa zonas por encima de 2000 metros, que si te enganchan por la noche te pueden llevar por debajo de 5 grados. Por tanto la temperatura, un factor a tener en cuenta. Y por último, los escalones. El itinerario discurre por una serie de senderos, imagino que antiguamente utilizados para conectar los diferentes asentamientos de la isla, que están aderezados con una infinidad de escalones apuntalados con pequeños troncos. Probablemente es la única manera de hacer sostenibles los tramos más empinados de algunos de estos caminos. Me pregunto si Javi Domínguez, destacado corredor vasco que firmó una brillante tercera posición, se dedicó a contar los peldaños que nos tocó subir y bajar (aparte de corredor de monte es físico y alguna vez ha explicado que durante las carreras se dedica a contar los pasos que ha de dar, calcular números primos… así somos los físicos…).
No estaba solo en esta iniciativa. Francesc es un amigo y viejo compañero de guerras. Bueno, en los inicios estábamos en el mismo batallón pero la diferencia de aptitudes ha hecho que progresivamente haya sido destinado a posiciones de vanguardia. Es una de las pocas personas con capacidad para aguantar una de mis charlas sobre récords de atletismo en categoría infantil. Quizá simplemente es buena persona y disimula bien, pero sea como sea, entre otras cosas eso lo convierte en un buen compañero de viaje. Desgraciadamente una lesión le ha estado tocando las narices buena parte de esta temporada y al final le hizo desistir de competir en esta carrera. Con el billete ya en la mano y sin opción de transferirlo, este viaje se convirtió en unas vacaciones no deportivas para él.
La expedición en total duró una semana. Salimos un domingo por la noche de Barcelona, rumbo a Dubai en un Airbus A380 de Emirates. Estos jeques no se andan con tonterías. Se debieron plantar un día en Toulouse, vieron estos juguetitos de dos pisos donde caben cerca de mil personas y dijeron que “pónganme 200 de estos”. Y allí los tienen, aparcados en Dubai y dando saltos a todos los rincones del globo. Tras vislumbrar de lejos el Buhr Kalifa (o algo así… ese pepino de 800 y pico metros que construyeron los jeques para zanjar la coña del edificio más alto del mundo), otro bicharraco de estos nos llevó hasta la Isla Mauricio. Nunca hubiese dicho que estaría en Isla Mauricio y como teníamos 5 horas de escala, fuimos a dar una vuelta por un pueblecito cerca del aeropuerto. Un aire tranquilo, con toques de la Colombia caribeña pero sin la cumbia y los bafles a todo volumen. Y de ahí, un último salto de una horita hasta Saint Denis, capital de la isla de la Reunion, donde llegamos a las 23h del lunes. Allí nos esperaba Guillaume, con quien nos había puesto en contacto su primo Nahuel (otro compañero de batallas, ganador de la Ronda dels Cims de este año) y que nos alquiló un apartamento en Salines les Bains, un pueblecito playero de la costa oeste.
El martes y el miércoles fueron destinados a hacer algo de turismo y enterarnos de dónde habíamos ido a parar, que no se dijera que iba sólo para correr. La Reunión es una isla volcánica, un grano que le salió a la Tierra hace 2 o 3 millones de años en un lugar del Océano Índico,a  unos 500 kilómetros al este de Madagascar, que a su vez está a unos 500 kilómetros de la costa de Mozambique, en África. Resultó que la gente de la zona en la prehistoria antigua y reciente no les dio por ser unos avanzados de la náutica y tampoco habían Davides Mecas que se dedicasen a hacer cientos de kilómetros a nado, así que el lugar permaneció ajeno a los devaneos de la humanidad hasta allá por el siglo XVI. Fueron los holandeses, que tuvieron su época dorada, los primeros que pusieron las zarpas en la isla. Más tarde llegaron los ingleses (dónde no llegaron los ingleses?...) y finalmente se quedaron con el pastel los franceses, diría que en tiempos de Napoleón (aunque tengo dudas y como estoy en el tren y no puedo comprobarlo pues os lo tragáis y punto…). Actualmente es un TOM, es decir un Territoire d’Oultra-Mer, o sea una provincia de Francia con algo más de autonomía que las de la Francia continental, lo cual no es difícil.
Impresiones de la isla, es una mezcla curiosa de progreso francés con toques de despreocupación caribeños, o criollos en este caso. Que nadie se imagine una isla pobre y destartalada… Para nada. Allí se han dejado la pasta sin reparos para dotar al territorio de infraestructuras, subir carreteras a pueblecitos plantados en sitios inverosímiles e implantar polígonos industriales que muevan un poco el cotarro. La isla tiene nada menos que un millón y pico de personas, casi todas ellas pegadas a la costa. Están bastante repartidos, pero la cosa está bastante cerca de la saturación y el tráfico de coches es considerable. Por otro lado, tiene diferencias considerables con la “metropole” (que es como llaman los reunioneses a la Francia continental). Para empezar no se ven por las calles esos edificios clasicones franceses, con un toque a finales del siglo XIX. Nada de eso, digamos que es más arquitectura moderna y edificios blancos propios de urbanizaciones de playa. También se ven algunos toques tropicales, palmeras, pájaros de colores… Pero quizá la diferencia principal es para mí la gente en la calle. En eso parece que estés en un país diferente. A todas horas ves gente caminando de aquí para allá, niños corriendo y jugando… Será el clima.
Y nos plantamos en el día de la carrera. Final de la incertidumbre y las especulaciones, y momento de poner las cartas encima de la mesa y ver si vamos de farol o tenemos una escalera de color. La carrera tiene tres partes bien diferenciadas, una primera hasta el km60 que parece bastante corredera, a pesar de tener tendencia ascendente. Una segunda que recorre el centro de la isla a través de los circos de Cilaos, Salazie y Mafate, donde se concentran los mayores desniveles. Y una tercera, ya junto a la costa norte, donde aparecen algunos bucles y desniveles con pinta de ratonera mortal. Salimos a las 22h del jueves y la idea es encontrarme con Francesc en Cilaos (km67), circo de Salazie (km87) y Sans Souci (km128). Él va a tener también su ultra particular. Me he intentado mentalizar de que no debo salir rápido. Nahuel me previno contra ello y sé cómo funcionan las cosas en estas carreras… Llegamos a Saint Pierre y me meto en el enorme recinto de salida. También siguiendo el consejo de Nahuel pedí sitio en el “Sas élite”, es decir en el cajón delantero de salida. Al parecer mi currículum les pareció bien y un señor la mar de amable me acompañó abriéndonos paso entre la multitud. Hay que decir que no era un cajón especialmente exclusivo, eh… Éramos unos cuantos. Ya ahí metido espero a que llegue la hora, mirando a los pros que tengo alrededor. La verdad es que no había mirado demasiado quien corría, pero me doy cuenta de que se ha juntado la crême de la crême. François d’Haene, para mí junto con Luis Alberto Hernando y Xavier Thevenard (dejando a un lado al Sumo Hacedor) uno de los corredores más solventes en carreras de larga distancia, Antoine Guillon, Ryan Sandes, Javi Domínguez, Gediminas Grinius, Franco Colle, Sebastien Camus… Y así unos cuantos… En chicas veo por ahí a Emma Roca… El más tonto hace relojes… Venga va, dejemos de mirar al personal y salgamos. Avanzamos hasta la línea de salida, donde acabo situado junto a Jordi Gamito, otro de los galgos que viene a sumar los últimos puntos del Ultratrail World Tour. Llegan las 22h, suena la cuenta atrás y empieza la locura…
Como estaba previsto, salimos a ritmo de récord del mundo de 5000, en medio de un pasillo ensordecedor de gente, tambores y niños que sacan la mano para que se la choques. Así discurre el primer kilómetro y pico, tras el que me acabo colocando junto a Javi Domínguez. El pasillo de gente sigue y sigue, mientras bordeamos el puerto de Saint Pierre y empezamos las primeras rampas por una serie de calles que serpentean alejándose de la costa. Intento recordarme que he de salir tranquilo, pero no me noto mal y sigo con Javi como referencia, adelantando a algunos corredores. AL cabo de un poco aparecen por ahí Jordi Gamito y Ryan Sandes y con ellos me quedo formando un cuarteto en el que soy claramente el elemento extraño. El asfalto empieza a dar paso a tramos de pista entre campos de caña que refrescan un poco el ambiente. Más gente ilustre, Franco Colle, que nos alcanza algo antes de llegar al primer avituallamiento (km6), en el que la gente ni para. Por aquello de empezar con la rutina de alimentación me como un quesito de membrillo.
Poco después del avituallamiento la pendiente se acentúa y vamos a parar a un repecho en el lateral de un campo. Mientras adapto el paso, hasta ahora muy alegre, de repente aparece por mi izquierda Antoine Guillon. Osti, este hombre estaba detrás de mí?... Me pasa y unos segundos después hace lo propio Gediminas Grinius (2º clasificado del UTMB de este año). Vaya... Pues igual estaba yendo demasiado alegre... Estos encuentros me dejan con un punto de preocupación. Mira que venía mentalizado a salir con cabeza, sabía que la gente saldría rápido... No es que haya ido ahogado ni mucho menos, pero en los primeros kilómetros de estas carreras no te das cuenta del exceso de ritmo. Sin darte cuenta vas 5-10 pulsaciones por encima de las que deberías y de repente llega un pequeño tramo complicado y te demuestra que te has pasado de vueltas.
Y en esas ando. Tras los dos cracks, me pasan otros corredores y de golpe me encuentro buscando un ritmo adecuado. Mientras se abre la veda y me empieza a pasar gente. De uno en uno, de dos en dos, de cinco en cinco... Me da igual, o me centro en lo mío o voy contra un muro... Y ya veremos si no voy igualmente. A todo esto el terreno va alternando caminos de tierra entre campos y tramos asfaltados al cruzar algún pueblecito, en el que la gente sigue volcada en la calle. Yo voy tirando, con mis cuádriceps pesados y mi cabeza llena de dudas pero sigo trotando y centrándome en comer algo, beber... Hay momentos en los que detengo al sangría y otros en los que me vuelve a pasar gente. Adelantar, no adelanto a casi nadie. En este plan llego al avituallamiento de Domaine Vidot (km14, 1h17').
Relleno los dos flascos y a uno le echo una pastilla de sales. Bebo un par de vasos de agua para pasar el mini-bocadillo de paté que me acabo de comer y sigo adelante. Para que os hagáis una idea, el ritmo en este punto es de poco más de 5min/km, y eso que hemos subido ya a 660 metros y voy cruzado. Se sale como locos...
Saliendo del avituallamiento aparecen los primeros tramos técnicos, con senderillos entre bosques bastante cerrados, que ahora bajan, ahora llanean, ahora esquivan cañas de bambú y de repente te plantan ante un repecho que te quita el hipo. La verdad es que es en los repechos donde voy mejor respecto de los demás, cuando toca caminar. La vía de agua parece que se cierra algo, en parte porque he ido tirando hacia posiciones en las que el ritmo es algo menos exigente. A veces hasta adelanto a alguien, aunque en general creo que el balance sigue siendo negativo y pierdo más que gano. En un cruce de una carretera un tipo del público va contando corredores. Soy el 51º... Me lo imaginaba pero la verdad es que me desmoraliza. Vistos otros resultados de este año pensaba estar más adelante... Y lo que me sabe peor es que tengo la sensación de que he salido el 15º y ahora estoy el 50º mientras que si hubiese salido el 50º ahora igual estaría el 30º y con más piernas. En fin... Intento olvidarme de malos pensamientos y voy pasando la noche, seguir comiendo e intentar entrar en carrera, que esto es muy largo. En algún momento salimos a lo alto de una loma, a la derecha de la cual se intuye un cañón enorme que había visto en el mapa. El relieve va alternando repechillos de caminar con toboganes donde nos lanzamos. Salgo a un tramo de carretera asfaltada que me lleva hasta el avituallamiento de Nôtre Dame de la Paix (km25, 2h49'), donde tienen montado un buen festival.
Vuelta a rellenar bidones y salgo junto con un chico italiano, Marco. Charlamos un poquillo mientras subimos por un tramo de carretera algo cansino (más carretera y pista de la que me gustaría encontré...). Al poco enganchamos un sendero que sube y pongo algo más de ritmo. Más o menos me he asentado en cuanto a posición, y las sensaciones van oscilando. Hay momentos en los que noto que resurjo y otros en los que me pasa algún bólido que me recuerda que igual todavía no voy bien. Uno de estos bólidos fue Andrea Huser, la primera chica, que me pasó en un tramo de pista llano. Llevaba dos marchas más que yo. Ni hola... Pongo el piloto automático por este tramo de pista algo aburrido, la mayor parte llano excepto al final que pica para arriba. Sigo pesado, en fin, paciencia... Nuevo avituallamiento en la noche, Piton Sec (km35, 4h15').
Salgo de aquí en cabeza de un grupo de 4 o 5, entre ellos el italiano y un par de reunioneses (por el acento) que no paran de charlar. Yo ganas de charlar no tengo ningunas. Ni la cabeza ni las piernas están para mucha cháchara. En algún momento ofrezco paso pero parece que ya les va bien, así que nada, yo a lo mío. Hemos ido ganando altura y ahora ya estamos cerca de 2000m. El frío aprieta y agradezco poder subirme los manguitos. Metido en mi dinámica, he cogido un ritmo de crucero más o menos digno, trotando en buena parte del camino. Nos vamos acercando a una antena que se ve y que tiene pinta de ser el punto más alto de este primera bloque, el Piton Textor. Parece que he mejorado algo, a ver si la bajada posterior me acaba de hacer entrar en la carrera. En ese plan llego a esta primera cima (km41, 5h03').
Empieza la bajada, nuevamente junto con Marco. Las primeras sensaciones es que no va a ser un camino de rosas. Estamos atravesando terreno volcánico y eso hace que el camino esté repleto de rocas. Por otro lado en esta zona normalmente llueve bastante, y eso implica que donde el camino es de tierra, se hayan formado unos surcos considerables. En resumen, toca ir siempre con los cinco sentidos enchufados. A pesar de ello en algún momento mi maltrecho tobillo derecho se llevó un susto, por suerte el único de la carrera. En medio de la noche aparecen a lo lejos unas luces, en dirección al centro de la isla. Eso debe ser Mare à Boue. Nahuel me había dicho que la carrera empezaba allí... Pues no te digo nada, yo ya llevo un rato de batalla interior... Mientras vamos superando diversos toboganes a la derecha se ve un mar de nubes que cubre la zona este de la isla, por debajo de la cota 1500 aproximadamente. Puede que sea un indicio del cambio de tiempo que se preveía para el viernes. El resto aparece todo despejado. Junto con mis acompañantes llegamos a una nueva pista (insisto, demasiadas...) que permite incrementar el ritmo. Esta nos lleva a una carretera principal, la única que cruza la isla por las montañas y de ahí cogemos otra nueva pista que retoma el sentido ascendente y se dirige de una vez hacia las prometidas luces. Veo a Franco Colle que viene caminando de vuelta con una chica, con cara de abandono. Soy malo, pero tengo que decir que eso me reconforta. No soy el único que lo pasa mal. Además ahora parece que tengo un amago de reaparición. La pista sube pero troto y además hasta me apetece trotar. Buena señal, llego al avituallamiento y me pido algo de sopa con pasta. Al principio he empezado comiendo pero me doy cuenta que con tanto tramo corredor y con mi estado negativo y de desgana, además he descuidado la alimentación (km51, 6h07').
Salgo del avituallamiento con la sensación de que empieza mi recuperación. Además entre alguno que ya ha abandonado y alguno que he adelantado, creo que he ganado ya algunas posiciones. Según el itinerario, que me he estudiado hasta la saciedad, ahora viene un tramo de subida progresiva. Adelanto a un tío y voy a por otra luz. Me acerco, pero noto que el momento de positivismo ha sido sólo un espasmo. El terreno es incómodo, con muchas ramas y piedras, y eso me lleva a caminar con más frecuencia de la que debería. No llego a alcanzar a la luz, y de hecho me alcanza una por detrás. Vuelvo a ir hacia abajo... Nada, que no hay manera. El camino se ha vuelto más técnico que en la primera parte y yo no respondo bien al cambio. Las fuerzas van a menos. Tampoco me llevo nada al estómago para remediarlo. Nada, esa desgana que precede al pajarón. La primera luz me ha pasado y me ha alcanzado un segundo corredor, ahora ya sin frontal porque las primeras luces del día lo hacen innecesario. Este no me pasa, señal de que tampoco va muy sobrado. No hay grandes subidas, el terreno no es especialmente difícil, pero no hay manera. El momento positivo ha sido un espejismo antes de la crisis definitiva. No voy. No voy y además de repente noto el cosquilleo, que me indica que la arcada es cuestión de segundos... Ahí estamos... Sin decir nada más, me paro a un lado e intento vomitar. El otro chico me pasa y sigue adelante sin decir ni mu. Simpático el chico... No sé si es porque no he comido gran cosa pero no me sale nada, con lo cual las arcadas no paran. Me pongo a gatas en el suelo, intentando dejar la cabeza por debajo del estómago. Nada, no consigo sacar nada. Al final parece que la cosa se estabiliza y me vuelvo a poner en pie. Tengo ese bonus track post-vomitera, unos minutos en los que sé que me voy a encontrar algo mejor antes de volver a sumirme en el pajarón. Lo bueno es que almenos salir no ha salido nada. La poca comida que tengo dentro, sigue ahí. El bonus track me sirve para llegar a lo alto de la cordillera Keulegen, a 2240m desde donde me tengo que sumergir en el circo de Cilaos. La posibilidad del abandono pasa por mi cabeza por unos momentos. Llevo 60km y no he conseguido entrar en carrera prácticamente en ningún momento. Hace años que me muevo en este tipo de pruebas y sé que las cosas cambian, pero lo cierto es que ahora mismo no hay absolutamente nada que haga vislumbrar una recuperación. Pero por otro lado visualizo la perspectiva tras un abandono... 10000km de viaje para parar antes de la mitad de la carrera, y sin lesión, sólo por fallos tuyos, porque te has flipado al salir y porque no has sabido comer... Bufff, qué pereza. Y la cantidad de veces que vas a tener que explicar a la vuelta que has hecho un viaje a la otra punta del planeta para pararte en el kilómetro 60... Por no hablar de presentarme en el avituallamiento de Cilaos, donde me estará esperando Francesc que se ha levantado a las 4 de la mañana para venir a echarme un cable, todo para que llegue yo y le diga "No, que plego...". Nada, ni hablar. Bajo de aquí como sea y en el próximo avituallamiento cómo con calma e intentamos hacer un reset y recomponer la situación. En medio de estas reflexiones voy deslizándome por una bajada vertiginosa aderezada con algunas escaleras y cables metálicos, que me dejan en el avituallamiento de Mare à Joseph (km63, 8h40').
En breve tenemos que llegar a Cilaos, que es el avituallamiento fuerte, pero da igual, tengo que parar ya. Saco uno de los brioches de queso con mermelada y me lo voy zampando acompañado de traguitos de agua. Llega Marco, el italiano, que también ha bajado con calma (no lo he dicho pero me pasaron 4 o 5 en esta bajada). Entre desconectar un momento y charlar con los del control y con Marco, parece que recupero un puntito de ánimo. Salimos los dos juntos por una carretera que baja con fuerte pendiente y afrontamos un repecho que nos deja en la terraza de Cilaos. Soy capaz de mnatener una conversación, buena señal. Algo de callejeo nos lleva al avituallamiento (km67, 9h22), donde nos reciben cuatro chicas bailando vestidas en plan "autóctono". Algo más allá está Francesc, que me conduce a donde tiene la paradeta montada. "Osti, vaig molt malament tio..."..."Bueno, tranquil que això és molt llarg"... "Si, si,ja ho sé que pot canviar però es que no he entrat en CAP moment a la cursa, i ja al final aqui dalt vomitant..."... Necesitaba quejarme un poco... Pruebo el tupper de macarrones que me hice ayer tarde pero eso no hay quien se lo coma. Mejor voy a dentro y me pido un plato con algo de salsa. Reponemos bidones, geles y demás, aunque dejo gran parte de lo que tenía previsto coger, porque veo que necesito tirar más de comida "normal". Ya he desconectado de las barritas. Las zapatillas nada, de momento es de lo poco que va bien. Y la camiseta también bien, así no hace falta cambiar el dorsal. Le doy las gracias y me voy en busca de un plato de pasta. Marco anda en lo mismo. Una vez acabado, salimos juntos del avituallamiento, nuevamente en bajada. Vamos a ver si el reset ha dado sus frutos...
En la primera bajadita ya me veo con una agilidad que no había notado hasta ahora en la carrera. Atino en los apoyos, voy relajado y siento una energía renovada, como si no hubiese corrido casi 70km sino que acabase de empezar. Seguimos bajando por un sendero que bordea la montaña en dirección al pie de la siguiente subida, el Col du Taibit. Además se agradece la charla con Marco, que me explica cómo en abril hizo la Marathon des Sables, otra prueba que tiene que ser un pedazo de aventura. Justo al cruzar el río que da acceso a la subida alcanzamos un primer corredor. Me pongo delante y empiezo a marcar el ritmo. Hoy no tengo bastones, por lo que no puedo poner en práctica ese ritmillo-secuencia que descubrí en el Tor des Geants, pero intento adaptarlo a las condiciones actuales. Manos en las rodillas y piloto automático. Respiración y concentrado en ir poniendo los pies en los puntos que optimicen mi paso en relación con los escalones. La mañana avanza y entra en juego otro factor, el calor. Hemos bajado a casi 800m y eso se nota, pero yo parece que me he instalado en una dinámica positiva esta vez estable y sigo con mi ritmo de subida. Pasamos a otro corredor, y un tercero y un cuarto. Marco sigue detrás de mí. "Venga, que este ritmo es muy bueno", le digo. A media subida hay un avituallamiento, justo antes del cual atrapamos un quinto corredor, con pinta de muy jovencito (km74, 10h36).
Mientras reponemos llega un corredor de naranja que también tiene pinta de ir fuerte en este trozo. Venga, sigamos que hay que aprovechar la buena onda. Vuelta a los peldaños y al baile de subida. Al cabo de un poco veo que Marco se queda algo atrás. Lástima porque hacíamos buen tándem, pero yo me noto bien y sigo haciendo mi carrera. Me cruzo con un corredor que baja, es Sebastien Camus, segundo clasificado del año pasado, que quizá ha tenido algún problema y se vuelve hacia abajo antes de meterse en el circo de Mafate, que tiene escapatoria más difícil. Cuando me cruzo con alguien pregunto cuánto queda para el collado, pero casi con ganas de que quede bastante, porque siento que ahora mismo cuanta más subida más voy a recuperar. Gano dos posiciones más antes de llegar al collado, una de ellas al de Juliette Blanchet, segunda clasificada femenina y que me ha pasado en Cilaos. En total he ganado ocho puestos en esta subida. Conclusión: queda mucha carrera, y si tenemos paciencia y somos capaces de mantenernos en esta dinámica, todavía se pueden hacer buenas cosas en esta carrera. En la Ronda dels Cims de 2015 después de unos primeros 50km muy malos tuve 70km muy buenos, por qué no podría pasar hoy? Pero eso no pasa por arte de magia, lo tiene que promover uno mismo...
Bajo hasta Marla, donde hay un nuevo avituallamiento (km80, 12h02'). Un par o tres de corredores están aquí con cara de poker. Yo me tomo un plato de pasta, algo de cocacola y repongo bidones, mientras llegan Juliette, el penúltimo corredor que he adelantado en la subida, y el de naranja, que parece que sigue fuerte. Sigo adelante un poco después de Juliette, que ha hecho un avituallamiento flash mientras le entrevistaban los de la tele. En el primer repecho la adelanto y sigo por un bonito terreno de pequeñas rampas de subida alternadas con tramos llanos, en conjunto bastante corrible cuando uno va bien, como es mi caso ahora. Adelanto a otro tío y me acerco al pie del Col des Boeufs, entre excursionistas que están haciendo la travesía de uno de los Senderos de Gran Recorrido de la isla. Subo los 300m de desnivel que hay hasta el collado mientras el cielo presenta algún amago de lluvia. Casi que se me acaban demasiado pronto. Bajo por una pista al otro lado, con ganas de ver a Francesc y contarle que he resucitado. Habíamos quedado en el km87, aunque ahora que lo pienso con mi incremento de ritmo y la vuelta que tenía que dar él desde Cilaos, es posible que no llegue a tiempo. Efectivamente, llego a las carpas y lo busco con la mirada pero no está ahí. Bueno, no pasa nada. Preocupémonos de la comida y seamos autosuficientes. Más sopa, cocacola, alguna galleta y seguimos.
Se ha repetido la situación y Juliette me adelanta en el avituallamiento, para pasarla yo justo después. Se me une el otro corredor al que había pasado subiendo a Taibit, que parece que ha recuperado fuerzas. Emprendo con él el tramo de bajada que nos tiene que llevar hasta el fondo del circo de Mafate (Sentier Scout, km89, 13h46). Es Mikael y resulta que es de Lyon. Charlamos un poco mientras bajamos por un sendero con unas vistas impresionantes. La bajada es larga y a medida que perdemos altura se va notando el incremento de temperatura, ayudado por el sol que saca la nariz entre las nubes. Tanta bajada me deja un poco cansado y agradezco el tramo de subida posterior, que nos deja en el avituallamiento de Ilêt à Bourse. En esta bajada he vuelto a cometer un error. Con tanto tramo de correr me he pasado una hora sin comer y ahora noto que llego al avituallamiento con ganas de parar y reponer (km97, 14h56'). No tienen gran cosa, básicamente fruta. Mikael parece que lleva mejor dinámica y sale del avituallamiento antes, mientras yo me refresco un poco. Una lástima, porque era una rueda buena (acabó el 13º).
Perdiendo más tiempo del que debería salgo bajo el sol a afontar los tres kilómetros que me separan del siguiente avituallamiento, donde espero poder comer algo más contundente, porque lo necesito. Una vez más Juliette me ha adelantado en la parada y hago lo propio en la subida posterior, antes de bajar hacia el avituallamiento prometido, en Grande Place (km100, 15h34'). Llego decidido a no escatimar en descanso, pero comer bien, porque siento que he perdido la buena dinámica y que me he estancado. No es que esté como al principio, pero ya no me siento Superman. Bebo y me tomo un plato de sopa con pasta, aunque más pequeño de lo que hubiera debido. Me queda un último repecho y bajada antes de emprender la última gran subida de la carrera (bueno, después hacia el final habrá otras que me parecerán "grandes subidas"). Una vez más adelanto a Juliette y supero estos 300m para bajar al otro lado de forma decidida hasta el fondo del río. Llegamos casi a 500m y eso hace que el calor se note. Cruzo el río y emprendo la subida al otro lado, por unos escalones que prácticamente obligan a trepar. El primer objetivo es Roche Plate, donde hay avituallamiento. La subida es dura de narices. El calor aprieta y además el camino te va obsequiando con "bonitas" bajadas vertiginosas que no te sirven para recuperar ritmo y además te hacen perder lo que has ganado anteriormente. Cada vez que cruzo un riachuelo mojo la gorra para refrescarme un poco las ideas. Una de las veces al sacarme la gorra salen disparadas las gafas de sol, que llevaba apoyadas encima de la visera. Veo como se las empieza a llevar la corriente y me meto dentro sin dudarlo. Las recupero a cambio de salir con los pies totalmente empapados... Las plantas de los pies me lo recordarán después.
Yo ya no estoy en dinámica positiva, sino más bien en dinámica "normal". En las subidas creo que aún voy mejor que los de mi alrededor pero sin la superioridad de hace un rato, y a la que hay un trozo de bajada no me noto muy ágil. A pesar de ello hay gente que está peor, por ejemplo un tipo que me encuentro sentado en medio del camino. "Ça va?"... "Mmmouuuaai... Il faudra recommencer, non?". Pues si, ahí sentado no tienes mucho futuro... Voy levantando la cabeza buscando dónde puede estar Roche Plate. Ni rastro, tengo delante un escalón del valle... Debe ser ahí encima. Una eternidad después me asomo a la cima y veo unas casas hacia la derecha. Un kilómetro más o menos llano me lleva hasta el avituallamiento de Roche Plate (km109, 17h58').
Aquí coincido con un corredor rubio que tengo visto de la Ronda dels Cims de este año, de hecho ya hace varios avituallamientos que coincidimos. Poco más tarde llega como siempre, Juliette. Tras tomarme el vaso de sopa de rigor, los paso en el primer repecho tras el avituallamiento. El primer tramo es bastante llevadero, con una ligera subida para bordear un contrafuerte de la montaña por la derecha. De ahí el recorrido se mete en otro valle y sube de forma decidida hacia la cima del Maido, 900m de desnivel en 3km, sin piedad. A pesar de no ir demasiado alegre me voy separando de Gregoire (así se llama el rubio francés) y Juliette. Vuelvo a mi rutina de paso y respiración, sin pensar, sin mirar arriba. Alcanzo a un corredor, que va mas doblado que el balón de Oliver y Benji. Le acompaña un tipo que le va animando y explicándole lo que queda. Nos hemos metido en la niebla y no se ve nada, casi mejor porque me temo que la cima aún está muuuy lejos. La subida no tiene mayor historia. Llega un punto en que empiezo a preguntar lo que queda a cada persona con la que me cruzo. Mil revueltas después aparezco en una cima que parecía no llegar nunca. Qué alivio... Una bajadita me lleva a la zona de avituallamiento, donde me encuentro nuevamente con Francesc. No estaba claro si nos encontraríamos aquí o no pero después de no haber podido coincidir en el km87, se ha cascado una carreterita infernal para subir hasta aquí. Chapeau! (km115, 19h59').
Se agradece este momento de desconexión. Como algo (menos de lo que debería), saco los manguitos y repongo algo de membrillo, que es básicamente lo que voy comiendo por el camino. Paso por la carpa, me tomo un poco de sopa y sigo hacia abajo. Juliette ha pasado y salido hacia abajo, mientras que Gregoire se toma los avituallamientos con más calma y está todavía ahí. El sendero conduce ahora por una serie de repechos en lo alto de la loma, en dirección norte hasta el descenso definitivo hacia la costa. Las luces se apagan y entre el bosque ya no se ve, así que me toca sacar el frontal. Dentro de la mochila se han enredado las correas que lo sujetan a la cabeza, así que lo llevo un rato en la mano. Afortunadamente llega Gregoire por detrás y en un segundo resuelve el rompecabezas... Me pasa y no soy capaz de seguirle. Si no estaba ágil durante el día, ahora a oscuras todavía es algo más difícil, así que me quedo en solitario para afrontar este descenso interminable. Son unos 10km, primero a través de senderos y después con tramos de pista. Se me hacen muy largos. Las luces de la costa parecen no acercarse nunca. Dos problemas adicionales vienen al encuentro. Con la caída de la noche el sueño aparece, no en vano son ya 36 horas sin dormir. El hecho de llevar las lentillas desde hace 30 horas no ayuda. Y otro más, aparece un dolor en la parte delantera exterior de la pierna izquierda, en el músculo tibial. De momento sólo lo noto en algunos apoyos forzados cuando la pendiente descendente se acentúa, pero ha aparecido y no se va, más bien todo lo contrario. Después de esos kilómetros que parecen cada vez mas largos acabo llegando al pueblo de Sans Souci, que quiere decir "Sin problema"... tiene guasa, a mí me está apareceiendo más de uno (km128, 21h58').
Aquí está nuevamente Francesc con todas las bolsas. Creo que voy a cambiar de zapatillas. Las Salomon se han portado perfectamente pero me noto los pies un poco aturdidos y a ver si la mayor amortiguación de las Tecnica me alivia un poco. A nivel de comida tiro de un plato de arroz con algo de salsa que me ofrecen en el avituallamiento. Otra vez, debí habérmelo llenado más... Salgo calle abajo entre dudas de si debería haber pasado por el fisio para que tocase un poco el tibial. En fin, ya está hecho. Las marcas bajan hacia un gran río (creo que el que viene de Mafate) y tras un tramo de pista lo cruzan a saco. No hay otra, pies en remojo. Joder, poco me han durado secos... Al otro lado el sendero trepa por un contrafuerte y conecta con unas calles junto a una urbanización. El recorrido toma dirección sur, nuevamente en dirección a la montaña y va alternando calles, pistas y cortos tramos de sendero, para subir durante unos kilómetros hasta un punto, que es ninguna parte. Para ser sinceros, me pareció que en esta última parte hay una serie de bucles sin ninguna lógica que están enchufados para meter desnivel. Efectivamente, después de un rato de rutina ascendente llego hasta una pista donde hay un control y las marcas conducen hacia la izquierda. Un sendero bastante técnico se mete en una vaguada (me pasa un corredor que viene de menos a más) y conecta con una carreterilla que lleva al avituallamiento de Chemin Ratineau (km 138, 24h06').
Esta última bajada me ha dejado el tibial aún más tocado, y el primer tramo posterior me recibe con más dificultades que no ayudan. Las marcas se meten por una bajada entre bosque donde te tienes que ir agarrando a los árboles y a unas cuerdas que han puesto. Un tramo muy técnico. El tibial va de mal en peor y voy muy inseguro. En algunos pasos me tengo que sentar en la roca para bajar porque no puedo saltar sobre la pierna izquierda. La subida posterior ayuda algo, así como algunos tramos de sendero llano que permiten trotar. Unos carteles empiezan a aparecer colgados en los árboles: "1", "2",... Digo yo que deben ser los kilómetros... Por el tiempo que pasa entre uno y otro me cuadra (estimado, porque no llevo reloj). Mira qué bien, así se me pasa más rápido. Según el cartel que había en el avituallamiento eran 7,7km... Llego al cartel "7" y ahí no hay ni rastro de pueblo ni avituallamiento. Aparece un "8", y un "9" y un "10" y me encuentro a unos tipos. "Dónde esta el avituallamiento?"... "3 o 4 kilómetros"... La madre que los... Con un rebote de narices enfilo el camino que baja en dirección a unas luces que deben ser La Possession, el pueblo donde está el avituallamiento. El tibial cada vez limita más, y ya casi no corro en bajada, me tengo que contentar con caminar rápido. Paso a algún corredor que aún va peor, pero también llega alguien por detrás. Es Emma Roca, que me alcanza justo cuando me estoy quejando a unos de un control del tema del kilometraje (una gilipollez por mi parte, porque ellos ni pinchan ni cortan en eso, pero a estas alturas ya esoty bastante susceptible). Al llegar Emma, cambio de idioma y me pongo a rajar en catalán. En esa dinámica acabo llegando al avituallamiento de La Possession, donde vuelve a estar Francesc (km146, 25h48').
Aquí ya la asistencia es totalmente moral, que no es poco. A nivel de comida, otro plato de sopa y poco más. "Osti em fot molt mal el tibial"... "Aniré tirant, però tardaré molt, no puc correr pràcticament gens"... Salgo del avituallamiento por 500m de carretera general. De fuerzas no voy mal y al ser el terreno plano el dolor de la pierna es soportable, así que puedo trotar bien y alcanzo a Emma, que ha salido rápido del avituallamiento. La alcanzo justo antes de un desvío. "Coneixes aquest camí?" me pregunta... "No, ni idea"... "Tot empedrat"... Es el Chemin des Anglais (camino de los ingleses), una antigua carretera de tiempos remotos. Me pregunto que les habrían hecho los caballos para hacerles pasar por semejante suplicio. Una versión de asoquinado siglo XVIII formada por unas piedras de medio metro alineadas con unos huecos tremendos entre ellas. Incómodo a más no poder y más madera para mi tibial, que no está para hacer equilibrios de piedra en piedra. En subida tira que te va porque vas más lento, pero en plano tengo que ir vigilando que no se me meta el pie en ninguna ranura. Y para abajo ya es un suplicio total. Bajo quejándome y lloriqueando como un niño pequeño. Me alcanza Emma y me pasa, en medio de la rabia y la impotencia. La alcanzo en la siguiente subida pero de poco me sirve, pierdo un montón en las bajadas. Más quemado que el palo de un churrero llego al penúltimo avituallamiento (km153, 27h15).
No tengo ganas ni de comer, sólo llegar y descansar. El sueño también me aprieta y me noto los ojos al rojo. Para postres saliendo del avituallamiento no veo marcas y temo haberme perdido. Me pongo a gritar jurando en arameo, pero llega un tipo por detrás que dice que es por aquí. Pues por aquí. Subo con mi nuevo compañero, nuevamente por el maldito Chemin des Anglais, más adoquines, aunque almenos en subida. Se hace interminable y además enmedio de la noche sin referencias. Salimos a una primera zona de urbanizaciones, pero un tío de un control nos dice que todavía quedan 6-7kms hasta el avituallamiento. Pero si eran 7,3 desde el avituallamiento anterior?? Bueno mira, es igual... Así va pasando el rato, calles, urbanizaciones, algún sendero, y yo negociando con mi tibial. Una eternidad más tarde se acaba la subida y salimos al último avituallamiento (km162, 29h25').
Aquí nos prometen que quedan sólo 4,5km. A mí ya me da igual. Salimos adelante con el compañero, Jeremy. No hablamos demasiado, el va también quejándose de la rodilla. Un par de lisiados. Tomamos un sendero en el que un cartel indica 3,7km a la Redoute, donde está la meta. Este último descenso vuelve a ser un via crucis, pero almenos la proximidad de la meta ayuda a levantar la moral. Francamente me extraña que fuesen 4,5km porque tardamos 1h16' en recorrerlos y aunque parecíamos dos abueletes, creo que a más de 4 por hora sí que íbamos (creo que en esta última parte los kilómetros y metros de desnivel no estaban bien contados, pero puede que sea fruto de mi estado). Llega el momento que parecía que no iba a llegar nunca y salimos a un tunel bajo la autopista que da acceso a los aledaños del estadio de la Redoute. Un camino de tierra nos lleva a la entrada del estadio, que a las 4 y pico de la mañana está prácticamente vacío. El que sí que está es Francesc, que después de su particular ultratrail está allí filmando la llegada. Un cuarto de vuelta nos deja en la meta tras 30h41'. La sensación es básicamente de alivio. Estas últimas horas han sido muy duras y ni siquiera siento alegría por acabar. Solo alivio de no tener que bajar más, de poder dejar quieta la pierna y de poder tumbarme en breve a dormir.
La carrera me deja con sensación agridulce. Siendo sincero, después de haber hecho otras carreras similares y en vista de otros resultados de este año, el objetivo al venir aquí era algo más que acabar la carrera. Siempre digo que más allá de un resultado o tiempo concretos mi propósito es acabar con la sensación de que he hecho una buena gestión de mis recursos. En este sentido estoy bastante descontento. Mi inicio de carrera ha sido fruto de una sobreestimación de mis capacidades. A pesar de que venía sabiendo que la gente iba a salir rápido y que tenía que estar tranquilo, he salido más rápido de la cuenta y probablemente esos primeros 5 kilómetros me han fastidiado los primeros 50. Por otro lado me siento bastante derrotado en el tema alimentación. Siempre, me hago una planificación detallada a priori, calculando la cantidad a ingerir en cada parcial y a la que se presenta un tramo más de correr, o a la que las fuerzas empiezan a flaquear, siempre me la acabo saltando. Y casi diría que esta vez ha sido de las peores. Ni barritas, ni geles, ni brioches de queso con mermelada... nada. Llega un momento que no me apetece y no soy capaz de imponerme la rutina, y sin esa rutina de alimentación no vas a ningún lado, simplemente te apagas. Me es difícil explicarlo, pero es que soy incapaz de seguir el plan. Y por último estás últimas 6-8 horas con dolor y sin poder competir por la carrera me han dejado también con un mal sabor. En lo positivo por lo menos he acabado. Otro abandono como hace tres años en el UTMB hubiese sido una derrota considerable. Ya estoy suficientemente harto de, cada vez que me preguntan por el UTMB, tener que decir que fui pero me retiré... Al menos hemos podido tachar esta carrera, veremos si el año que viene podemos tachar la otra.
Y en lo positivo tambien el haber compartido esta carrera con un amigo y compañero de batallas. Me hubiese gustado que él hubiese podido estar en la línea de salida dando guerra al personal, pero en todo caso ha sido un placer contar con su ayuda y su apoyo. Viajar y correr son dos de las pasiones que me hacen feliz, compartirlas es doblemente gratificante. Ya lo dijo Alex Supertramp...

Besos y abrazos
P.D: Rincón del freak:
Sobre el material utilizado:
- Zapatillas: los primeros 128km los hice con las s-wings de salomon y la verdad es que muy contento. Cómodas, buena dinámica y ningún problema más allá de los kilómetros. La última parte la hice con las Tecnica. Iba muy jodido, así que asignar cualquier culpabilidad a las zapatillas sería injusto.
- Mochila: como viene siendo habitual, la Skin5 de Salomon. Suficiente para el material de esta carrera (camiseta manga larga, impermeable, manta térmica, frontal con baterías de recambio, un par de cintas de strapping y algunas cosillas más que ocupan poco). Buen ajuste al cuerpo. Para mí una buenísima opción.
- Comida: llevaba barritas (Chimpanzee), geles (los líquidos del power gel), bocadillos de brioche y membrillos (casi lo único que sí usé de forma sistemática). Pero en fin, mejor ni hablar de cómo comí en esta carrera...
- Ropa: los ya clásicos pantalones de Ultra Lleida, una camiseta que daba la organización y con la que tenías que salir y llegar (y que después de llevarla 167km encima, casi que hubiese hecho otros tantos ella sola), manguitos (elemento fundamental para mi)...
- Frontal: el NAO de Petzl, muy bien, una batería aguantó las 7 horas de la primera noche y otras tantas la segunda. Sólo al final empezó a parpadear.

P.P.D: Y una noticia del Diari Segre sobre el tema :-)

viernes, 23 de septiembre de 2016

Rialp Matxicots 2016


La Rialp Matxicots fue elegida en 2015 como la mejor carrera del año, lo cual viniendo de votos emitidos por los participantes en las diferentes pruebas es una garantía de buena organización, recorrido atractivo, trato exquisito y, en pocas palabras, trabajo bien hecho. El año pasado ya tuve el placer de recorrer estos caminos, en ese caso en la versión larga, de 82 kilómetros. El calendario de este año me hizo decantarme por la versión de media distancia, que consiste en recorrer los primeros 52km de la hermana mayor, probablemente la parte más bonita del recorrido completo. 52km con 4100m de desnivel positivo (reales), terreno bastante técnico, subidas fuertes y poco terreno de "piloto automático". Aquí tenéis el perfil y el recorrido de la carrera:

En pocas palabras, el tema consiste en una primera subida de más de 2000m de desnivel (con sus pequeños toboganes por el camino que añaden aún más metros al asunto), un tramo intermedio con subidas más cortas pero duras y un larga bajada final, sólo interrumpida por un repecho a 5km de meta. Por mi parte llegaba con sensaciones un tanto inciertas. Hace tres semanas del Campeonato de Europa de Rogaine en Aralar y la semana siguiente hice una carrera más corta (19km) de las Trail Series de Lleida, en Almatret, y metí un petardazo de los que hacen época. Cierto que hacía mucho calor y que salí sin agua, pero no puedo evitar preguntarme si el mejor momento de mi temporada ya ha pasado y las piernas ya van de capacaída (creo que es la primera vez que escribo esta palabra, seguro que está mal...). El miedo a las malas sensaciones está ahí, con la pequeña presión añadida de que si en esta carrera tengo malas sensaciones, va a ser un golpe duro para afrontar el último objetivo de la temporada, la Diagonale des Fous, dentro de un mes. En fin, salgamos y a ver cómo estamos realmente...
Y la salida en cuestión es a las 5:30 de la mañana, en la plaza mayor de Rialp, con un ruído presumo que no demasiado corriente en este pueblecito de montaña, que por otro lado durante este fin de semana vive volcado en la carrera. Justo antes de la cuenta atrás, momento para saludos y reencuentros, Jaume, Javi, Alberto, Txomin,... En pocos minutos nos volveremos a encontrar pero ya sobre los senderos. El speaker pone fin a la tensión con una cuenta atrás que lanza al pelotón por los callejones del centro del pueblo. Vamos cogiendo posiciones y afrontamos las primeras rampas tras las últimas casas. Veo que se pone delante un corredor que no conocía pero que Jaume me ha dicho que se llama Dani Parés y que está fuerte. Buena referencia, me pongo detrás suyo. Al poco rato pasan Carles y un chico con zapatillas y mochila INOV (Guillem, creo) y ganan unos metros. Por los alrededores aparece también Javi (Puit), Juanjo Oliva y un tipo de rosa con tatuajes que me pasa realmente fuerte. Yo sigo a lo mío, buscando mi ritmo y captando sensaciones con la curiosidad de ver si mis fuerzas están por ahí o se han ido ya de vacaciones. Esta primera parte es una sucesión de tramos de sendero que obligan a andar y tramos de pista prácticamente llanos o incluso con algún tobogán de bajada que permite alargar la zancada. De vez en cuando atravesamos algún pueblecito que a esas horas está dormido, exceptuando los acompañantes que han subido a animar al pelotón de motivados. En una de esas aparecen por ahí Jaume y Alberto, que participan ambos en la carrera larga de 82km (no lo había dicho pero salimos juntos los de 52km y 82km). Alberto lo trota todo, como si al ponerse a caminar se fuera a quemar los pies. Pues nada, si ellos que tienen 30km más corren, tendremos que hacer lo propio. Diría que los otros cuatro o cinco corredores que llevo por delante son de la corta. La verdad es que pasados 7 u 8 km y una horilla de carrera, puedo decir que al menos he entrado bien en la carrera. Me noto bien de piernas, bien de cardio y bien de respiración. Llegamos a Llessuí, donde está el primer avituallamiento (km10), pego un trago de Aquarius y me tomo un gel y un membrillo de los que llevo. "Vinga Albert, no et despengis del grup aquest" me grita Jaume "Tranqui, tranqui", ya que voy bien, empecemos a comer que si no después pasa lo que pasa.
Una vez ingeridos mis dos bocados de la mañana, aprieto un poco y recupero la distancia perdida en un tramo de asfalto más o menos cómodo que nos lleva a una pista que marca el inicio de la subida definitiva al Coll de Triador. Nos agrupamos un servidor, Carles, Dani Parés, Guillem, Juanjo Oliva y Jaume (estos dos últimos de la larga). Por delante va el tío de rosa y al que no veo es a Alberto, que como me dijo después ha decidido levantar un poco el pie. Sigo con buenas sensaciones y casi sin querer me pongo en cabeza del grupo.

Inciso: No lo había comentado pero voy sin bastones. No porque prefiera ir sin bastones, yo soy "bastonófilo" incondicional, pero si recordáis reventé uno en la Buff Epic Trail. Todavía no los he repuesto y como en la Diagonale des Fous no está permitido llevarlos, estoy aprovechando para acostumbrarme a ir sin ellos.

Así que manos en las rodillas voy siguiendo las banderolas que ahora nos guían por una serie de senderos de vacas que atraviesan unos prados en los que se empiezan a intuir las primeras luces del día. El chico de rosa sigue a unos 100 metros. En algún momento alguien dice que es de la larga. Joder, no sé quien es pero parece tenerlo muy claro... Las últimas rampas nos acercan al grupo de jeeps y espectadores que han subido hasta el Coll de Triador (2200m, km 16). Llegamos al avituallamiento Carles, Jaume y yo, con Dani un pelín más atrás. Jaume ni para. Yo relleno el flasco de agua, pillo un trozo de plátano y salgo junto con Carles. El resto de corredores se quedan un pelín más atrás. Tanto da. Yo ya me he declarado en estado oficialmente "contento" porque me estoy encontrando bien. No sé si estaremos yendo lentos o qué (no llevo reloj), pero ni rastro del miedo que tenía a no encontrarme bien de salida.

Las banderolas nos llevan por unos prados con pequeñas rampas de subida que nos acercan a la temida pirámide final del Montsent de Pallars. Aprovechando que Jaume se para un momento a cambiarle el agua al canario, Carles y yo le damos alcance y afrontamos las primeras rampas de subida juntos. Por delante sigue el de rosa a unos 100 metros, que se confirma que hace la carrera de 82km y por detrás parece que abrimos algo de hueco. La pendiente se acentúa y echo de menos los palos, pero dentro de la dureza subo relativamente bien e incluso recortando distancia con el corredor de cabeza. También aprieta el frío (después nos dijeron que en la cima estábamos a -4ºC) pero he aprendido del año pasado y hace un rato que me he puesto los guantes y los manguitos. Con eso y el calentón del desnivel, tiro relativamente bien. El recorrido pasa por una chimenea y sube varios escalones rocosos antes de llegar a la cima de la montaña, donde encontramos 15 o 20 personas entre organización y espectadores. Así da gusto correr...

Operaciones logísticas: guardar el frontal y comer algo. Carles se pone en cabeza y empieza a bajar a buen ritmo. Damos alcance al corredor de cabeza que parece que ha perdido algo del fuelle inicial o quizá simplemente ha decidido regular más en vistas de lo que queda. Atravesamos una zona de aspecto lunar que me gusta especialmente, antes de afrontar el repecho que nos lleva a la cima del Montorroio. Carles va en cabeza, se me va un poco en las bajadas y recupero en los repechos, siempre con sensación de controlar bien las energías. Jaume viene cerca detrás nuestro. Pasado el Montorroio nos lanzamos por una tarterilla a un collado y de ahí por prados en dirección al circo de Mainera, un entorno de alta montaña que ya atravesamos en sentido contrario durante la Buff Epic Trail, en julio. Comer y beber, comer y beber (como dice Perico) y vamos bajando algo relajados, de forma que cuando me doy cuenta han llegado unos cuantos corredores por detrás. Jaume, Emili (el de rosa) y también el chico de Inov (Guillem) y Dani Parés. Así llegamos al avituallamiento del Pas de Mainera (km25, 2200m).
Cojo algo de jamón salado, porque en al subida anterior he tenido algún amago de rampa lo cual puede indicar un déficit de sales. También algo de fruta y relleno uno de los flascos con Aquarius. Tengo mucha comida en la mochila así que poco más que hacer aquí. Sigamos. Salgo primero del avituallamiento, con Carles detrás y Mayayo (de carrerasdemontana.com) pegándose un sprint para echarnos unas fotillos. Un poco más atrás van viniendo el resto de corredores que se nos habían unido en el descenso anterior. Subimos ahora al coll de Picardes, un ascenso que alterna tramos realmente empinados con falsos llanos donde se puede trotar. Intento no cebarme en las subidas, no obsesionarme con distanciarme de mis perseguidores. Si me siguen, pues que me sigan. Eso me permite afrontar los tramos llanos con ganas y energías de trotar, de forma que mantengo una actitud activa y positiva en carrera. Bordeamos un bonito lago y nos aproximamos al repecho final, que es una rampa de las que quita el hipo. El año pasado las banderolas subían recto, pero este año el itinerario hace algo de curva hacia la izquierda. No hay camino, así que tanto da. Sigo con la misma dinámica, a mi ritmo, sin salirme de punto. Los demás parece que van siguiendo, sobre todo los Carles, Guillem y Dani. No se si van fácil o no, de hecho no sé si estamos yendo rápidos o lentos (es lo que tiene correr sin reloj ni referencias). Jaume y Emili sí que parece que aflojan un pelín.
Llego a lo alto del collado con vientecillo que arrastra pequeños cristales de agua-nieve. Las últimas rampas si que me han hecho subir un poco los colores así que me llevo a la boca un trozo de membrillo. Hay que seguir aportando gasolina al cuerpo. Empiezo la bajada por el sendero empinado que tan duro se nos hizo en la Buff Epic Trail, subiendo por aquí con Alberto y un corredor vasco. Enseguida noto que mis acompañantes se me han pegado detrás. Intento bajar lo mejor que puedo pero veo que no estoy en mi día más ágil. No sé si será el miedo a torcerme el tobillo derecho, que tengo bastante castigado desde hace un mes, con varios amagos de esguince. La cuestión es que a la que el terreno se abre un poco me empiezan a pasar, primero Guillem, luego Dani y finalmente Carles. Intento aumentar el ritmo pero se va abriendo algo de hueco. Aprovecho algún repecho para recuperar algo pero llegamos a la bajada definitiva hacia Super Espot y los tíos bajan a zancada limpia. Bueno... concéntrate y haz lo que puedas. El último tramo es menos técnico, simplemente bajada a saco por una pista de esquí, y parece que la distancia se estabiliza en unos 100m (30 segundos). Así llegamos al avituallamiento, donde volvemos a agruparnos los cuatro.
Lleno un flasco de repuesto que llevaba con polvos de hidratos de carbono (los que llevo usando desde Valls d'Aneu y que me van bastante bien), cojo un par de trozos de melón y salgo del avituallamiento junto con ellos, así que volvemos a formar un grupo de cuatro. Viene ahora una subida de unos 200 metros de desnivel, por un sendero cómodo que describe un par de eses. Vuelvo a estar en mi terreno y subo en cabeza, aunque mis compañeros me siguen sin problemas, sobretodo Carles y Dani. Sigo sin cebarme, sobretodo después de ver que necesitaré todas mis energías para intentar mantenerme con ellos en la bajada siguiente. Una vez coronemos sólo nos quedarán 17kms: 12 de bajada, 2 de subida y 3 más de bajada. El pequeño correctivo del descenso anterior me ha quitado el optimismo que tenía antes.
Llegamos a la cima y se nota que el final se acerca y los lobos empiezan a levantar las orejas y afilar las uñas. Antes íbamos charlando de vez en cuando pero ahora ya veo que Carles se pone en cabeza y empieza a poner un ritmo ágil. Hacemos un tramo por pista y nos metemos por un sendero a la derecha que flanquea y acaba girando hacia abajo para meterse de lleno en la Vall d'Assua. Dani coge la cabeza en un tramo de revueltas por un sendero relativamente llevadero. Yo voy tercero y de momento mejor que en la bajada anterior, supongo que por ir por camino y terreno menos técnico. A ver si llego al avituallamiento siguiente con ellos y me la juego en la última subida. Me concentro, dejo unos metros entre Carles y yo para ver bien el camino y voy bajando algo más cómodo. Contradictoriamente, aprovecho los tramos de breves subidas para recuperar aire y sensaciones. Empiezo a tener la esperanza de aguantar esta larga bajada. Además empiezo a intuir que Guillem, que va a cola de grupo, no va tan bien como me parecía. A ver si almenos aseguro el podium...
Pero en una de estas Dani se despista un momento... "Es por abajo!" dice Carles, y coge el camino correcto, con Dani inmediatamente detrás y yo igual. Cambio de liebre... No me gusta... El ritmo de Dani lo estaba siguiendo bien, ahora el cambio puede ser a mejor... o a peor. Y es a peor. Enseguida noto que Carles ha subido una marcha. El sendero es estrecho y baja sin mucha pendiente. Si estás bien y ágil se puede correr mucho. No es mi caso. Tengo que ir super concentrado para ver dónde pongo el pie y me voy notando cada vez más al límite y con la sensación de que en cualquier momento o me meto una ostia o me tuerzo el tobillo. De vez en cuando algún repecho salvador viene en mi auxilio, pero vuelve la bajada y Carles pone un ritmo despiadado. Cómo va el tío. Mira que es un tipo de camino que otras veces me va bien. Sendero rápido y poco difícil, pero hoy me parece mucho más técnico. Empiezo a hacer un poco la goma con Dani, primero cinco metros, después 10 y después 15, y finalmente llega el momento que tenía que llegar. En un tramo de hierba cruzando un prado (y probablemente ayudado por alguna moñiga de vaca) pego un resbalón y me voy al suelo. El tobillo bien, el golpe poco grave, pero pierdo 5 segundos y la poca dinámica que llevaba, con lo cual Dani y Carles aumentan la distancia. Mientras recupero el ritmo llega Guillem, me pregunta si estoy bien y seguimos hacia abajo sin tiempo que perder. Al no tenerles a la vista todavía me cuesta más mantener un ritmo rápido y pierdo algo más de terreno, hasta que salimos a una pista y veo que me llevan 100 metros. Al menos aquí se mantiene la distancia e incluso recorto algo antes de llegar al avituallamiento de Caregue (km46,5).
Bajo la rampa hacia el avituallamiento y veo a Carles que sale por la calle de abajo. A Dani me lo encuentro que sale del avituallamiento justo cuando llego yo. Debe haber unos 30 segundos entre cada uno de nosotros y yo le llevo otros tantos a Guillem. Qué estrés... Dani me ve y sale disparado, mientras yo me paro a echar un trago de Aquarius mientras mi madre (mis padres vinieron a verme a este punto) me rellena uno de los flascos con Powerade. Una completa estupidez por mi parte. Llevo el otro flasco lleno de Aquarius y nos quedan solo 5km, y voy yo y me quedo ahí bebiendo de una botella y perdiendo el tiempo en lugar de engancharme a Dani. En fin... Salgo calle abajo y después por un camino que baja al fondo de valle. A Carles no le veo pero Dani va mirando hacia detrás debatiendose entre los roles de cazador y presa. Cruzo el puente y corro hasta el pie del repecho. Aquí empieza de nuevo lo que debería ser mi terreno. Veo a Dani a unos 60 metros y eso me anima a trotar, aunque me digo a mi mismo que mejor no cebarme. Otra estupidez, te quedan sólo dos kilómetros de subida, aquí ya tienes que vaciarte completamente... El caminillo me lleva hasta el pueblecito de Escás, donde entre los recovecos de las calles no alcanzo a verle. Salgo por la parte arriba y de repente... sorpresa. Carles baja de frente por una carretera. Hay un coche parado. Le pregunto a una chica que por donde es y me señala en una dirección por la que sale un sendero bien marcado con cintas, justo a la derecha de la carretera (la mala pata fue que por la carretera, al fondo, había una cinta blanca vieja que se podía confundir y supongo que eso es lo que le pasó a Carles). Llego al camino junto con Carles, que llega en pleno estrés. "M'he perdut! Merda!"... "Bueno va, tranquil que hi ha temps i és aquí mateix". Veo que entra por el camino corriendo. "No et cebis, cap, que el tenim aquí mateix"... y me deja pasar para que marque yo el ritmo. Y eso hago. En otra recta vuelvo a ver a Dani. No está lejos, pero no está más cerca que al principio de la subida. Veo que Carles se queda algo... "Venga Carles! Oblida't del tema i no et rallis"... "Estaves baixant molt bé, les cames hi són, no deixis que el cap t'ho espatlli"... Pero esa es la teoría y sé muy bien que en la práctica estos despistes son una cortada de rollo. Poco a poco Carles va perdiendo algunos metros y yo me voy a por Dani. Pero sigo en la misma tónica, le voy viendo, tengo la sensación de que ya le recortaré, ya le recortaré... Pero no le recorto y a la que me doy cuenta se me ha acabado la subida. Un caminante me dice que ha pasado hace 30 segundos... Bueno vamos a intentarlo... Pero vuelve el descenso, territorio comanche. Acelero pero no suficiente. Algún escalón rocoso me hace prácticamente parar y por lo general, el sendero llanea flanqueando con la ladera que cae a mi derecha, perfecto para que en cualquier momento mi tobillo derecho se doble hacia ese lado... No alcanzo a ver más a Dani. En cambio el que sí llega es Carles, que se ha serenado un poco y vuelve a bajar como un avión. Le dejo pasar, le animo y sigo a mi ritmo, ya centrado en conservar la tercera posición. Me ha parecido que Guillem no iba fino, pero en las bajadas anteriores estaba bajando muy bien por terreno técnico y si se recupera me puede birlar el pódium fácilmente. Un amago de torcedura al salir a una pista me vuelve a reclamar concentración y precaución. La ruta va alternando tramos de pista y caminos con piedras para aburrir. Afortunadamente salgo a la carretera que lleva a la Barraca dels Caçadors, desde donde quedará solo un kilómetro hasta meta. Me giro y no veo a Guillem en 100 metros. Bueno, parece que la tercera plaza no la pierdo. Salgo a una pista y Carles va unos 80 metros delante de mí, ya más tranquilo ante la imposibilidad de alcanzar la primera plaza. Yo voy también tranquilo porque no voy a luchar por la segunda posición. Si no fuese por el despiste que ha tenido no hubiera dado alcance a Carles, así que mi plaza es esta y tan contento. Pero al entrar al pueblo veo que Carles se frena y me espera. "Entra, entra, tranquil!" le grito, pero me espera y entramos juntos a la última recta en un gran gesto por su parte. Nos damos la mano y la levantamos en esos últimos metros. Me paro un momento antes de la línea de meta. Me parece justo que cruce él primero y las posiciones queden así. Ha hecho una gran carrera y la bajada decisiva la ha hecho de una forma admirable. Al final Dani nos ha sacado dos minutos, en un final de carrera que ha sido verdaderamente entretenido. El tiempo, 6h47 para Dani y 6h49 para nosotros (Guillem llegó 4º con 6h55'). Un buen tiempo, teniendo en cuenta que Jordi Gamito, que no es un cualquiera, el año pasado hizo 6h58, bien es cierto que sin mucha oposición.
 
Por mi parte, un balance con un poco de todo, aunque seguramente más positivo que negativo. Me he encontrado mejor de como temía encontrarme. En las subidas me he notado con fuerzas y a pesar de ir sin palos (y de lo que me gustan...) he sido capaz de hacer la carrera a buen ritmo, con buena gestión del esfuerzo y sin momentos de crisis. En lo negativo, la sensación de que no mantengo el tipo en las bajadas, algo que ya me pasó en al Buff Epic. Respecto a los corredores que tengo a mi alrededor, tengo al sensación de ir mejor que ellos en las subidas pero bastante peor en las bajadas. No sé si es un problema de fuerza de piernas o si voy con miedo al tobillo o qué, pero la cuestión es que para ser competitivo en estas carreras hay que subir y bajar. Pero bueno, las conclusiones de la carrera son buenas, tengo chispa para entrenar este último mes que queda hasta la Diagonale des Fous, y no más carreras hasta ese día. Sólo un rogaine el 9 de octubre y por lo demás, a guardar el chip competitivo para el día D.
Un gran fin de semana rodeado de familia y amigos, disfrutando de la montaña y de la compañía, y volviendo a casa con la sonrisa en la cara. Y como no, agradecer a Carles el detalle de compartir esa llegada. Uno de esos momentos en los que te alegras de practicar este deporte.

Besos y abrazos

P.D: mención especial para los participantes en la prueba de 82km, que acabó ganando Alberto con un tiempazo de 10h57', pulverizando el record anterior; segundo Emili Rafecas, tercero Erlantz, un chico del país vasco y cuarto Jaume, un resultado espectacular después de los 100km de la Canfranc-Canfranc la semana pasada.