sábado, 5 de agosto de 2023

Chartreuse Terminorum 2023

Muy buenas!

Ya sólo le saco el polvo al blog en las “grandes ocasiones”, pero esta aventura se lo merece, así que allá va, y aviso de que aunque escriba poco, cuando escribo escribo, así que si queréis llegar al final coged todo el material obligatorio, incluyendo colchón y funda de vivac.

Después del intento del año pasado, que supuso un buen aprendizaje, en este 2023 y tras la aventura de la Barkley, tocaba saldar cuentas con esta carrera. Os ahorro los detalles de la previa y resumo los datos sobre la carrera diciendo que es el mismo sistema que la Barkley pero con vueltas de aproximadamente 60 km y 5000 metros positivos, para las que tienes un máximo de 16 horas por vuelta. El resto, libros, hora incierta de salida, etc., es idéntico a la mítica carrera de Tennessee (si alguien tiene dudas, ver la entrada previa del blog).

En este caso me acompañaron tanto Anna como mis padres, que nuevamente jugaron un papel fundamental en mis avances dentro de esta aventura. Así llegó el jueves, la publicación del mapa, con bastantes cambios respecto del año pasado, estudiar el roadbook e intentar ir a dormir pronto para poder acumular horas de sueño que voy a necesitar. Esa noche no fue como me hubiera gustado y entre los nervios y reiteradas visitas al lavabo, cuando suena la trompeta a las 3h48 tengo la sensación de haber dormido muy poco. Qué le vamos a hacer, toca prepararse, comer algo y dirigirse hacia la roca para que a las 4h48, comience por fin la aventura.

Inciso: para mantener el recorrido en incógnita, me cargaré la mayor parte de los nombres...

VUELTA 1

Salimos como si no hubiera un mañana... Realmente este primer tramo es una encerrona... Primero salimos por la carreterilla que entra al prado, para parar de golpe y subir 20 metros por unos peldaños estrechos (primer embudo) y volver a correr en subida poniendo las pulsaciones a mil mientras buscamos posiciones. Entonces el terreno se pone para abajo y se trata de lanzarse a todo trapo para entrar bien posicionado a un senderillo que nos deja ya en el puente de la carretera. Y todo ello porque aquí toca meterse por un tunelillo por debajo que nos deja en el río y ya junto al primer libro. En medio del estrés y con la roca mojada, de repente noto que se me cae alguien encima y me llevo un golpe en la cabeza. De mala ostia cruzo el túnel y me pongo a la cola para arrancar la primera página… (LIBRO 1).

Después de coger la hoja sigue el estrés general, porque al final el objetivo es poder coger un buen tren de cara a la subida que se avecina. No obstante, en medio del mal humor decido poner un punto de calma y me concentro en no resbalarme por las rocas que dan directas al agua. No es por no mojarme, porque al fin y al cabo me toca meter las piernas hasta la rodilla en breve, pero por lo menos no meterme un guarrazo que me deje empapado de arriba abajo. Cruzo la corriente cogido a las cuerdas y subo al otro lado para cruzar la carretera, donde hay gente animando. Cojo el sendero de subida, siguiendo alguna luz por delante y con otro corredor haciéndome luces para adelantar. La respiración va mucho más desbocada de lo que debería… Por fin llego al tramo de pista, amplia, y puedo centrarme en buscar mi ritmo. Me pasa algún corredor, entre ellos Ronan, y yo paso a algún otro, mientras la cosa se va estabilizando. El tramo va alternando repechos y rellanos donde poco a poco voy ubicándome en la carrera. Veo unas cuantas luces que se van agrupando allá delante, deben ser 7 u 8. Parece que se van calmando poco a poco y a un ritmo constante me voy acercando hasta que me coloco a cola de grupo. Este es el típico tramo de inicio de carrera en que la gente se pone a hablar aunque vayamos en subida. Yo la verdad es que soy de poco hablar y más guardar el oxígeno para los músculos, que falta va a hacer…

A medida que vamos subiendo identifico un cruce de un pista y empiezo a buscar a la izquierda un desvío que constituye el primero de los cambios respecto del recorrido del año pasado. Ahí llega, la antigua pista aparece a la izquierda y Aurelien, que va en cabeza, la coge sin dudar. Se trata de uno de esos ramales abandonados, tan típicos de la Chartreuse Terminorum. Una primera revuelta por hierba alta y algunas rocas da pie a un repecho directo de mucha pendiente que me niego a pensar que haya sido pista en ningún momento de la historia. Subimos por piedra suelta muy incómoda hasta empalmar con un último trozo que vuelve a tener pinta de haber sido pista alguna vez y que nos deja en un collado entre rocas que está indicado en el road book. Entre todo el grupo de 7 u 8 que somos, acabamos encontrando el libro sin dificultad bordeando la roca hacia la izquierda (LIBRO 2).

Pliego la página en 3 partes, cuidadosamente, la meto en la bolsita y cierro la cremallera, siguiendo este ritual que me va a acompañar en las próximas horas y días. Bajamos por otra pista vieja (que debe ser continuación de la anterior) hacia un collado, donde se ha de estar atento a un desvío a la derecha. Los que vamos más adelante nos lo comemos y acabamos corrigiendo bajo los gritos de aviso de los que vienen detrás. Con todo esto llega algún otro corredor y alguno de los que iba en el grupo se queda. Cogemos un senderillo difuso que flanquea la montaña bastante plano. Me quedo a unos metros de Aurelien y Ronan y por detrás me sigue un corredor que el pobre va tosiendo todo el rato (yo carraspeo, pero lo suyo es tos pura y dura… buena banda entre los dos…).

De repente me veo en un sendero más marcado que empieza a describir revueltas. Cuando ya he pasado un par o tres me doy cuenta de que esto debe ser ya el sendero más principal por el que bajábamos el año pasado. Mierda… No me he quedado con la referencia de dónde se ha de tomar el senderillo difuso. Me quedo algo preocupado por si seré capaz de identificarlo en la próxima vuelta, cuando vengamos por aquí en sentido opuesto. Ahora ya poco hay que hacer… Sigo bajando por el sendero, intentando no perder comba con los demás por un terreno algo técnico, sobre todo por el barro. Me pasa un chico de azul, alto, que parece bastante más ágil que yo en este momento. Sin muchos sobresaltos desembocamos en otro camino, aún más principal, que va bordeando la montaña hacia la derecha. En este sentido tiende a picar para arriba, y eso lo aprovecho para trotar algo más que los demás e ir acercándome al grupillo de cabeza. Es importante no perder el tren, porque recuerdo que este libro 3 era algo confuso. Después del tramo en ligero ascenso, cogemos otro sendero que nos deja en el fondo del valle, ya muy cerca de la Capilla de XXX, un enorme edificio con el tejado característico de la Chartreuse,muy curioso en medio del bosque. Unos metros detrás, bajo una de las muchas rocas, está el LIBRO 3, que volvemos a encontrar sin muchos problemas gracias al numeroso grupo que estamos puestos en la labor.

Salimos pendiente abajo en dirección oeste y campo a través, hasta otro indicio de pista. “Hemos salido muy rápidos” le digo a Aurelien. “Si, parece un 10K, pero bueno yo me adapto”. Ciertamente, no es el panorama ni los tiempos de los que habíamos hablado. Habíamos dicho que 12 horas era un buen tiempo para completar la primera vuelta, pero es que yo creo que vamos a menos de 10h. Como siempre pasa en estos casos, la culpa es del empedrado… Todos vamos muy rápidos porque vamos siguiendo a los demás, que van muy rápido…

En medio de estas cábalas llegamos al “chemin pavé” que sube hacia el Habert XXX, otro conjunto de casas típicas con los tejados enormes e inclinados. Aquí están Lucille (pareja de Aurelien) y un par de chicos de la prensa que nos graban. También hay un bonito chorro de agua donde repongo mi primer flask. En un nuevo cambio de recorrido respecto del pasado, salimos a la izquierda, prado abajo, para ir a buscar una pista inferior. Bajo unos metros por detrás del chico de azul (que después conoceré como François) y otro corredor de melena rubia que debe ser Sebastien, un tipo curtido en raids de aventura, ganador del Tor des Glaciers y varios méritos más que le hacen tener un futuro bastante prometedor en esta carrera. Cruzando prados de hierba alta y vacas que deben estar llenos de garrapatas, acabamos llegando a la pista. La cogemos a la derecha y vamos bordeando la montaña, hasta otro ramal secundario que nos deja en las casas del Habert du YYY. Detrás de la casa encontramos, nuevamente entre todos y por KO, el LIBRO 4.

De momento no hay rastro de esa dinámica de equipo en que cogemos las páginas en conjunto para todo el grupo. El primero coge la suya, pasa el libro, se va, el siguiente arranca, y así sucesivamente. Con lo cual dependes de estar cerca en el momento en que alguien lo encuentra. En este caso yo me he quedado el último, así que cuando salgo del libro el primero (Aurelien) ya está en Cuenca, y de hecho están llegando por detrás otros dos corredores con quien compartí algún tramo el año pasado, uno de ellos Benoit, que tendrá largo recorrido en esta carrera. Nuevamente cojo un ritmo de subida que, sin sacarme de punto, me vaya incorporando en el grupo a medida que se vaya reagrupando. Me pongo a la altura del corredor rubio “C’est Hector?” me pregunta… “Albert, et toi?”… “Sebastien”. Pues sí que es él. El resto del grupo lo forman: Aurelien, Ronan, el chico de azul (François), el chico que tose (Nico, creo), un chico de naranja (no identificado llegué a identificar), otro chico de naranja que sólo habla inglés (será Max, de Suecia) Sebastien y un servidor. Aurelien, que tiende a estar en cabeza, coge un desvío a la derecha por un pequeño sendero poco marcado. El sendero va cruzando prados y bosquecillos, en un tramo algo confuso donde intento quedarme con detalles, también para la vuelta. Llegamos a lo alto de un repecho y el senderillo se estrecha para flanquear por un terreno muy inclinado, aunque ahora no resulta peligroso (otra cosa sería en invierno o con nieve). Tras cruzar el tramo incómodo llegamos al último repecho antes del collado. En lo alto encontramos un panel amarillo de los típicos. Es una referencia del roadbook, ponemos rumbo al noroeste, buscando un cartel con el número 57. “Ahí está”… Unas rocas detrás… Nos distribuimos… “C’est là!” Aurelien encuentra el LIBRO 5.

Me intento quedar con las rocas correctas mientras salgo caminando hacia el prado. Como dice el roadbook, bajamos trotando por el sendero cual Heidi corriendo hacia su amigo Pedro (ahora se me solapa con el Peeedrooooo de Penélope…). El siguiente tramo también es nuevo, y combina un primer sendero con tramos de pista e incluso una carretera asfaltada que describe unas revueltas muy estéticas bajo unos cortados considerables. Las vistas hacia la derecha son impresionantes. Al poco rato nos desviamos a la derecha por un sendero que empieza a describir revueltas. Me entretengo contándolas y fijándome en detalles que me puedan servir de referencia en vueltas posteriores. Hay unos cartelitos con números y nombres de especies de árboles, creo que el primero era el 18 (nota mental). A todo esto me he quedado en tierra de nadie, con Ronan, Aurelien y Max que se han quedado por detrás, y el resto por delante (solo veo de vez en cuando al corredor de naranja). Tras un rato largo de sendero acabamos saliendo a una carretera junto al monasterio de XXX. Troto a la izquierda. Allá delante están el resto de compañeros. En breve llegaremos a un desvío, que a la izquierda nos lleva al cercano libro 6, mientras que la carretera sigue al frente hasta una fuente que implica 80 o 100 metros adicionales. Al llegar a la bifurcación veo que Sebastien, Nico y el corredor de naranja han seguido recto. Yo necesito agua, así que sigo recto hasta el punto de agua, donde me encuentro a François.

Repongo un sobre de Tailwind, lleno el otro flask y me mojo la gorra para refrescar la cabeza. Salgo detrás de François, mientras llegan Aurelien, Ronan y Max. De nuevo en el desvío, giro a la derecha y subo por una pista donde han crecido plantas que me pasan la cabeza. El punto de referencia es lo alto de la rampa. Aquí apunto con la brújula al oeste y ligeramente al sudoeste, e identifico una pequeña cresta. De hecho hay gente de la organización por ahí. Me acerco a ellos y un poco más allá veo a François, que está arrancando la página del LIBRO 6.

“Un vidéo pour ta famille!” me dice un chico de la organización. Empiezo a hablar en francés… “en espagnol si tu veux…”… sí, casi mejor… Agrupados de nuevo con Aurelien, Ronan y Max, salimos a la pista y empezamos a subir por un sendero hasta una carretera (de hecho la misma de antes pero en otro punto). La seguimos a la derecha hasta una revuelta, donde salimos a la derecha por una pista. Esta pista conecta con el recorrido del año pasado. A la derecha veo las rampas por las que acabé trepando el año pasado después de perderme en la segunda vuelta. Realmente, una buena liada… Llegamos al extremo de la montaña y salimos, nuevamente a la derecha, por otra “pista forestal”, que baja por el lomo de la montaña. Aquí viene otro tramo delicado, tenemos que salir campo a través hacia un punto de la vaguada de la derecha donde el río cruza una pista hormigonada que forma parte de una cantera. Tomamos rumbo sureste y acabamos saliendo al punto deseado. Según el mapa, aquí la pista gira y avanza en horizontal, prácticamente hasta el libro 7. Cogemos lo que debería ser el camino, pero en seguida se acaba, interrumpido por lo que parece un desprendimiento. Avanzamos a nivel… Quizá aparece el camino algo más allá… Nada… Max y yo vamos más abajo, Aurelien y Ronan más arriba… “Je vais retourner au chemin pour me reperer” dice Aurelien. Pues eso, volvemos atrás para coger referencias… El mapa está claro. Marca la pista que debería ser la de la cantera que sube hasta el punto más alto y cruza el río. Si el mapa está bien, ahí estamos. Una vez “convencidos” decidimos volver a intentarlo, seguir recto a nivel y a una mala deberíamos salir a la pista que conocemos del año pasado y donde debería estar el libro. Nos volvemos a meter campo a través ahora con la intención de seguir adelante cueste lo que cueste. Avanzamos en paralelo, Aurelien algo más arriba. “Ici y a le chemin!”. Aurelien ha encontrado un camino más arriba… La verdad es que no me cuadra, pero es un camino, así que subimos hacia él y lo seguimos a la derecha. Al poco desembocamos a otra pista y vemos venir de frente otros corredores. Son un grupo de 5, entre los que está un corredor alto, una chica que el año pasado ya estuvo muy adelante la primera vuelta y otros tres corredores. No entiendo nada…”Vous vous êtes trompés?” nos dicen… “Non, on a suivi la carte”… Efectivamente, hemos seguido el mapa… Discutimos un poco la situación pero no me queda claro, así que queda pendiente para la siguiente vuelta y en sentido opuesto aclarar el misterio. En cualquier caso, ahí está el LIBRO 7. Arrancamos la página y volvemos hacia arriba.

Toca seguir un camino que vuelve a ser conocido del año pasado. Primero un trozo de pista y después sendero poco marcado y pedregoso hasta empalmar con la Cheminée de XXX, una canal llena de rocas por las que las marcas de pintura amarilla te van guiando sorteando obstáculos. Llegamos a un rocote enorme que sirve como referencia del punto en que el sendero se sale por la derecha. Vamos describiendo revueltas, ahora Aurelien y yo en cabeza del grupo, hasta que el sendero gira al norte. Es la señal de que nos acercamos a un punto en que llega un camino desde la derecha. En el interior de la curva, entre los dos caminos, tiene que haber un árbol donde se encuentra el LIBRO 8. Probamos los distintos candidatos entre todos y acabamos dando con la nueva página.

Aurelien, Ronan y yo nos volvemos a quedar atrás porque nos ha pillado más lejos, así que salimos algo después al camino por el que hemos de bajar hasta el fondo del valle. Por actualizar la situación de carrera, por delante debe ir un grupo de cuatro, con Sebastien, François, Nico y el corredor de naranja, y aquí estamos el grupo de 6 que tenemos delante (incluyendo a Max el sueco que venía con nosotros) y nosotros 3. A todo esto, según los cálculos de Aurelien este punto es justo mitad de vuelta. Llevamos 5 horas justas, incluso con la liada anterior, lo cual confirma que realmente estamos yendo bastante rápido, quizá demasiado.


Sea como sea, toca seguir adelante por una nueva antigua pista, llena de vegetación y piedras. Primero pica un poco para arriba, con una zona característica por unas plantas que parecen lechugas. Algo más allá, coincidiendo con un cambio de orientación, el camino empieza a bajar, cada vez con mayor pendiente. Esta subida en sentido contrario, promete. De vez en cuando vamos viendo a los de delante. A la primera que alcanzamos es a Alice, la chica del grupo, que parece tener problemas en la bajada (creo que en la rodilla). A los demás los alcanzamos prácticamente abajo, al salir a la carretera junto al Pont Saint Bruno. Allí nos volvemos a encontrar con el equipo de Aurelien, ya en el sendero que sube por la ladera opuesta. Lucille nos acompaña un tramo hasta llegar a una pista que hay que seguir a la derecha. El libro se encuentra junto a la curva de allí arriba, en un punto que el año pasado creó algo de confusión porque no cuadraba la descripción con el punto del mapa en que estaba pintada la cruz. Conociendo el punto todo cambia, más aún cuando nos encontramos gente de la prensa en las proximidades (LIBRO 9).

El siguiente plato del menú es esta subida al Col de YYY. De hecho ya venimos subiendo desde abajo. Ahora nos va a tocar un tramo de sendero que conecta con otra pista semiabandonada. Siete revueltas (sí, me sé cuántas revueltas hay en cada tramo) hasta llegar a un breve tramo de carretera. En lo alto de este tramo nos quedamos juntos Aurelien, Alice y yo, con Ronan algo más atrás que empieza a hacer peor cara. Enlazamos con otra pista, esta bastante mejor, que al poco rato nos deja en un torrente de agua que nos sienta la mar de bien. El calor aprieta de lo lindo y eso que tenemos la suerte de ir mayoritariamente por dentro del bosque. Reponemos agua y seguimos adelante, con un segundo punto de refresco un poco más arriba. Aurelien y yo hemos parado algo más de tiempo. Ronan parece que no va bien de estómago… “Essaye de bien manger” (le digo que no deje de comer).

Salimos hacia arriba, pero Aurelien me dice que va a bajar un punto. Tiro adelante, intentando no encenderme e ir acomodándome a un ritmo más sostenible que el de la primera mitad de vuelta. Voy pasando corredores hasta que en el último tramo de subida me quedan delante Alice y otro corredor, el que parecía el cabecilla del grupo que nos hemos encontrado en el libro 7. Paso a Alice y acabo juntándome con este último en la cima del Col de XXX. Hacemos las presentaciones con Nicolàs, un tipo tranquilo y de conversación calmada que me parece buen compañero de viaje, más aún con el conocimiento del terreno que demuestra. Giramos a la izquierda por un sendero que nos tiene que conducir hasta el Col de  ZZZ. Antes, a la derecha abajo, tenemos que recoger la página del LIBRO 10, que  se encuentra bajo un árbol partido por un rayo.

Mientras cogemos la página llega Alice, que dice que va a parar a comer un poco. Seguimos nosotros adelante, en un día radiante que nos lleva hasta el collado mencionado. “Mañana habrá un montón de gente aquí… Anuncian buen tiempo, es sábado…”… La verdad es que tengo la sensación de que nunca hay mucha gente en Francia. Hay tantos sitios bonitos para ir en la montaña que la gente se reparte. En cualquier caso hoy lo tenemos para nosotros… “Tu es parti pour faire 5 tours?”… Dudo qué contestar… La respuesta es que sí, pero es aquello de que vale más ser dueño de tu silencio que esclavo de tus palabras… “Bon, il faut avoir cette idée, non?” (hay que salir con esa idea, si no seguro que no se hace…). “Oui, oui, tu veux ameillorer l’an dernier”… Eso mismo, hay que mejorar. Me explica, “moi l’an dernier j’ai fait 2 tours, du coup cette année l’objectif c’est d’en faire 3”… Pues de momento de tiempo lo tienes muy bien, igual se te queda pequeño ese objetivo.

Subimos el breve repecho hasta el Col de ZZZ, en medio de unas vistas espectaculares y al cruzar al otro lado de repente nos encontramos con Nico, sacándose tierra de los zapatos. “Salut Nico! Ça va?”… le dice Nicolas… “mmoouai… bon, j’ai pas trop la forme”. El ”mmoouai” en francés, equivale al “psé” en español, es decir, un “sí” con un convencimiento inversamente proporcional a la longitud de la pronunciación de la palabra. Vamos, que empieza a ir tieso… Nicolas y yo tiramos adelante por un tramo que pica para abajo pero con numerosos repechillos cortos, hasta llegar al desvío a la izquierda que nos tiene que llevar al Colouir du WWW. Nicolas me indica amablemente una piedra a la derecha que sirve de referencia para encontrar el punto. De todas formas creo que este lo tengo controlado y además hay algo de traza que si estás atento se distingue. Cogemos el senderillo desdibujado y enseguida llegamos al punto donde estaba el libro el año pasado… y donde pensaba que estaba también este año. Pero en el hueco de 2022 no hay nada… y eso? Revisamos la descripción y parece que esta vez tiene que estar algo más abajo, en otro abeto. Pues nada, a buscar otro “beau sapin”… perdemos un par de minutos pero damos con el LIBRO 11, al tiempo que llegan por detrás, Nico y Aurelien, que podrá ceder por momentos per siempre recupera.

Una vez con la nueva página vamos bajando por esta vaguada, que en teoría conozco bien del año pasado y del entreno de hace tres semanas. Una serie de toboganes, siempre cerca de la ladera de la izquierda, nos acaban dejando en un sendero que describe una serie de revueltas hasta un pradito en el fondo del valle, hasta el que llega una traza de pista. Salimos por ella a la carretera del Col de KKK, donde paramos a coger agua del río. Una vez repuesto líquido para lo que queda de vuelta, avanzamos por la carretera hacia la entrada de una pequeña senda que ha de salir a la derecha. De repente noto algo en el cuello y me doy cuenta de que he olvidado quitarme el antifaz de dormir y lo llevo colgando del cuello. Vaya tela… Lo guardo en el cinturón y salgo detrás de Aurelien y Nicolas por el senderillo. La referencia es la sexta revuelta del camino, que nos tiene que dejar junto a un árbol caído lleno de hongos. Con esa descripción no cuesta demasiado identificar el punto y dar con el tronco bajo el que está el LIBRO 12.

Ya en grupo de tres y con Nico descolgado, el otro Nico, Nicolas, nos hace de guía turístico por esta senda que también resulta novedosa de este año. La verdad es que pinta bastante “tricky” y no las tengo todas conmigo de cara a un eventual paso en solitario y en sentido inverso. Hay algunas marcas de pintura azul, pero están casi más escondidas que otra cosa. Intento coger referencias. Parece que el camino tiende a ir por el lomo situado más al este, antes de que el relieve caiga bruscamente con más desnivel, aunque a veces se mete más en esta ladera. Bueno, hago lo que puedo, veremos en las siguientes vueltas. No será por Nicolas, que nos enseña lo que puede, entre otras cosas el “sapin qui pleure”, un abeto del que cuelga un liquen que hace que parezca que está llorando. Poco después de este punto llegamos a las inmediaciones del Col de KKK, donde de repente nos encontramos con el grupo de cabeza, formado por Sebastien, François y el corredor de naranja, que vienen de una fuente que está ahí a unos metros. Nosotros hemos puesto agua, así que ahora no necesitamos, con lo que se forma un nuevo grupo de seis que avanzamos por un par de repechos junto a unos miradores, cruzando la carretera nuevamente y saliendo a una pista que también viene del Col de KKK. Tras un repecho empezamos a buscar el siguiente libro. Tras un par de intentos demasiado pronto, acabamos encontrando la roca piramidal sobre la que crece un árbol… o una de las tantas. En cualquier caso, es una ventaja de ir tantos en la primera vuelta, que uno u otro lo acaba encontrando (LIBRO 13).


Seguimos por la pista, que empieza a bajar y se convierte en sendero. Empiezan a aparecer gente conocida de alguien del grupo, que se unen y nos acompañan un tramo. Una chica que creo entender que es compañera de raids de Sebastien, y una pareja que parece que vienen a animar a Nicolas. De hecho me la jugaría a que ella es su hermana porque son bastante parecidos. Desconozco hasta qué punto esto se puede hacer o no… Sin duda en la Barkley no se podría, pero bueno, es un camino público, es de día, primera vuelta, no supone ninguna ayuda… yo que sé… otra cosa sería acompañar en medio de la noche, sobre todo en las últimas pero aquí, a mí la verdad es que me da igual. Trotando por el senderillo acabamos desembocando, más pronto de lo que esperaba, en el camino del Col de la TTT. Unas revueltas bastante empinadas nos dejan en lo alto del estético collado. François y Nicolas bajan delante y yo voy detrás, seguido de Sebastien. Un tramo de sendero da paso a una pista y una carretera asfaltada. En una curva tenemos que desviarnos a la izquierda para bajar por un pequeño espolón hasta el LIBRO 14.

Volvemos a la carretera y nos disponemos a afrontar la última subida de la vuelta. La primera parte es por la enésima pista de sacar madera, con unas pendientes que me hacen preguntarme qué tipo de vehículo es capaz de subir por aquí. François, Sebastien, Nicolas y yo, subimos uno tras otro, con espacios de escasos 10 metros. Aurelien viene algo más atrás y ya no se ve a nadie más. Llegamos al sendero y nos agrupamos los cuatro. Miro las caras de los compañeros y nadie parece estar rascándose las narices. Menos mal, con este tiempo para la primera vuelta… No hay para menos. “Il faut pas aller si rapide, si non ils nous feront faire sis tours” bromeo… O van cansados, o el humor español no cuaja, probablemente esto último…

Empiezo a hacer balance de la vuelta, ha sido más rápida de lo esperado, si bien es cierto que ha sido en condiciones óptimas (completamente de día) e invirtiendo un nivel de ritmo que claramente no es sostenible para 300 kilómetros. Lo bueno es que vamos a poder empezar la segunda vuelta antes de las 11 horas, lo cual es un margen muy bueno. En la segunda vuelta vamos a reducir el ritmo, pero quizá es factible pensar en una vuelta de entre 12 y 13 horas, que nos haga seguir acumulando margen, y eso nos llevaría al final de la segunda con un colchón que nos permita dormir bien en caso necesario (dormir bien quiere decir 2 horas seguidas quizá). Más allá de estas cuentas de la lechera, lo que sí es cierto es que tengo ganas de empezar la segunda vuelta con un chip más tranquilo.

En esta dinámica llegamos a lo alto de Le CCC, y empezamos el último descenso. Pliego los palos y me lo tomo con algo más de calma que mis compañeros. Quiero llegar abajo con un punto de relajación que me permita comer bien y recuperar. Voy contando revueltas, en este caso 22, que me dejan en una rampa que baja directo hasta un sendero a la izquierda, donde ya está el último libro. Este es conocido del año pasado, así que tengo clara la piedra donde he de buscar. Llego a ella justo cuando mis tres predecesores vuelven al camino (LIBRO 15).

Arranco la página y bajo mientras veo que Aurelien se está pasando de largo. Le aviso y salgo hacia el camino para seguir el descenso. Tras otro breve tramo de sendero salgo a una pista que me deja en otra y está en otra más allá, para bajar ya a unas casas donde hay una preciada fuente que me permite echar un trago al vuelo y mojar la gorra. Sigo bajando al trote y cruzo un campo de hierba que ya te deja en un último escalón, tras el que se cruza un riachuelo y se enfila el camino que te deja en el campamento. Llego a la Roca entre los aplausos de propios y extraños y entrego mi bolsita zip con las 15 páginas. Tras el recuento protocolario y con la alegría de la compañía de Anna y mis padres, me voy a la carpa común donde está preparada la comida y la bebida para recuperar unas fuerzas que van a hacer falta para lo que sigue.


Al poco llega Aurelien, que se sienta a hacer el avituallamiento justo al lado. Comentamos la jugada. En principio él quiere estar un poco más de tiempo, pero llegado el momento, nos cuadra salir juntos. Yo he comido suficiente, creo, he bebido recuperador y me he cambiado pantalones y camiseta. Parece que voy bien de pies, así que ahí no toco nada. Sebastien y François salen ya hacia la segunda vuelta, Nicolas, parece que se queda algo más… Venga va, no perdamos más tiempo que siempre nos irá bien. Me acerco a la Roca y pido mi nuevo dorsal. Aurelien hace lo mismo justo después. Vamos allá…

VUELTA 2:

Salimos juntos por el camino por el que hemos llegado, comentando un poco la jugada. “Ça serait bien si on fait 12h30”… “Oui, oui, vraiment…”. No está mal como objetivo, esperemos que no sea demasiado optimista. La verdad es que aún podemos bajar un punto considerable respecto del ritmo de la primera vuelta y estar en esos tiempos, y eso nos permitiría acabar la segunda vuelta sobre las 24 horas y consolidar un margen que nos daría el respiro de poder dormir con una cierta tranquilidad si se presta más adelante. En fin, veremos…


“Ne m’attends pas, vas y a ton rithme, moi je vais aller plus tranquil…”… Nuevamente Aurelien me dice que prefiere bajar un punto. Ciertamente, lo mejor es que en cada momento cada uno vaya a su ritmo. Es difícil estar siempre en el mismo punto, esto es una montaña rusa en la que aunque el ritmo medio sea similar, las oscilaciones funcionan diferente en cada corredor. Me despido de él por un rato, con la certeza de que nos volveremos a ver más adelante, y pongo la vista al frente, afrontando las primeras rampas duras de la subida a Le CCC. Ya centrado en mis sensaciones, lo cierto es que tengo que intentar equilibrar mi ritmo a un paso sostenible pensando en que esto son 300 kilómetros y no 60. Forzándome a mantener unas sensaciones de cierta tranquilidad, voy empalmando los diferentes tramos de pista y al poco de empezar el sendero identifico la roca donde está el primer libro de la vuelta (LIBRO 15).

Miro hacia atrás pero Aurelien no viene todavía, así que guardo el libro en la bolsa y lo vuelvo a dejar en su sitio. El que si llega es Ronan, en sentido contrario. Mi saludo de paso sirve de indicación para no perder tiempo buscando este último libro de su vuelta. Ya en modo definitivamente independiente, voy empalmando revueltas por el sendero, echando algún trago de Tailwind para seguir ingiriendo alimento. A veces pasa que después de un avituallamiento fuerte descuidas un poco la alimentación… Tengo que intentar darle continuidad. Mientras subo me voy encontrando algunos corredores que están acabando la primera vuelta. Sin más sobresaltos llego a la cima del collado, esta vez sin la liada del año pasado que me llevó a lo alto de la cresta que hay más a la derecha.

Me dejo caer al otro lado describiendo revueltas por el sendero, y algo más allá empalmo con la pista y la carreterilla asfaltada. Cojo algo de agua en el sendero, porque el calor sigue apretando y me apetece agua fresca. Unos metros más de carreterilla me dejan en la curva donde me desvío unos metros para encontrar el LIBRO 14.

Remonto hasta la carretera y sigo trotando por ella hasta que llega la pista de subida y me pongo a caminar. Vuelvo a poner el chip de no fliparme y pensar que no llevo ni una cuarta parte de la carrera. Enlazo con el camino de subida del Col de la TTT. “Ils sont pas loin” me dice un corredor que viene de frente. Está bien que estén cerca, pero estoy en un momento en que tengo que ir a lo mío. Sin llegar al punto de tener malas sensaciones, tengo cierto feeling de inestabilidad que me indica que necesito estabilizarme en un ritmo llevadero, que me permita subirme en una ola buena donde no tenga la sensación de que en cualquier momento puedo caer del lado malo. Eso implica también ser riguroso con la alimentación. Me llevo a la boca un rollito de mermelada, quizá el último antes de descartarlos para centrarme en alimentos menos dulzones y más “fáciles” a medida que avanza la carrera. Subo las estéticas revueltas del Col de la TTT y bajo al otro lado, cruzándome con un grupo de 5 o 6 corredores que según mis cálculos ya van más justillos para llegar a tiempo al final de la vuelta. “Voila mon voisin de parking!” dice uno. Cierto, hemos sido vecinos de parking, me debió ver las 80 veces que me tuve que levantar para ir a mear ayer por la noche… Tras una breve bajada afronto el sendero que va picando para arriba. Tengo de referencia que esta mañana en sentido inverso hemos tardado 20 minutos desde el libro. Ahora a los 20 minutos aún no he llegado al tramo de pista que me tiene que conducir hasta él. Tras un repecho voy activando la búsqueda a la izquierda, metiéndome en alguna roca antes de tiempo. De repente, vienen dos corredores de frente. Uno es Thomas, hermano de Guillaume Calmettes, amigo de la Barkley. “Le livre est plus loin encore, non?”.. “Oui, oui, après l’arvre tombé”… Buena referencia, me la apunto. Efectivamente, esquivo el árbol y detrás encuentro el LIBRO 13.

El siguiente tramo me preocupa un poco más. Y no sin razón… Ya para empezar, en el primer tramo antes de llegar al Col de KKK me paso de largo un desvío y acabo en un mirador, muy bonito, buena vista de todo el valle, pero antes no hemos pasado por aquí. Saco el mapa y veo dónde me he colado. Ok, vuelvo atrás… Ahí está el camino bueno. Cruzo la carretera y tras otro repechillo acabo junto al parking. Me acerco a buscar la fuente que nos han indicado antes Sebastien y compañía. Sale un buen chorro que se agradece… Con los flasks llenos cojo la senda que me ha de llevar al siguiente libro, que es lo que genera más incertidumbre, ahora que voy sólo. Al poco encuentro el primer punto de referencia, “le sapin qui pleure”, ok, aquí era hacia la izquierda. Voy subiendo y bajando, de momento hay traza… Parece que lo voy salvando bastante bien… Hay se ve una rampa a la izquierda bastante marcada, bajo al otro lado… Mierda, esto no me suena… No, seguro, no hemos pasado por aquí. Vuelvo atrás, hasta el último tramo de senda identificable. Si no sube a la izquierda, tengo que tirar recto… Pero no se ve traza… Voy y vuelvo un par de veces y al final acabo encontrando la traza más allá, siguiendo una crestecilla. Tomo nota…

Sigo buscando puntos azules, pero están más escondidos que otra cosa. Tiendo a la derecha, porque tengo la sensación de que antes al venir seguíamos casi el borde de la montaña por este lado… Poco a poco, y con algún que otro titubeo más, voy dando con la senda, identificando algunos puntos singulares de antes y guardando en la memoria más cosas para las próximas vueltas. Finalmente el sendero describe un par de revueltas muy juntas. Eps! Era aquí, miro hacia atrás y busco el tronco tumbado con los hongos. Ahí está… Me acerco y arranco la página del LIBRO 12. Podría haber sido peor…

Me giro hacia abajo y de repente oigo una voz detrás de mí. “Tu l’as dejà trouvé?”. Nicolàs aparece por el sendero cual ángel de la guarda… De repente me doy cuenta de que es una fantástica compañía para pasar la noche que se avecina. Le indico el tronco y le digo que voy a coger agua del río (ya cojo agua de donde puedo…). Me dice que vaya tirando y me acerco tranquilamente hacia el camino que me ha de reconducir hacia el Couloir du XXX. Subo tranquilamente, pero la verdad es que voy recuperando un puntillo de energía y por este camino y de día subo sin dudar, así que voy salvando los distintos puntos de referencia y me voy acercando sin mayores sobresaltos hasta el LIBRO 11. Me cuesta un par de minutos recordar la nueva ubicación, pero acabo dando con él. Mientras arranco la página se mueven unas hojas y aparece la cara sonriente de Nicolàs. “La vie est belle!”. No se si era una afirmación o un interrogante pero lo cierto es que el encuentro me aporta una buena dosis de optimismo.

Mientras nos disponemos a salir aparece una chica que está en plena primera vuelta. Se le ha hecho bastante tarde pero está convencida de completar la primera vuelta, aunque sea fuera de tiempo. Nos deseamos suerte y salimos por el senderillo que conecta con el GR que conduce al Col de la WWW. “C’est magnifique!”, realmente las vistas del valle del otro lado, con las luces del atardecer, son espectaculares. Tomamos el sendero a la derecha por una bonita cornisa y al llegar al bosquecillo nos ponemos a mirar a la izquierda, el árbol partido por un rayo (LIBRO 10).

Salimos flanqueando a nivel y cruzamos un prado abierto de vegetación algo más alta, que nos deja en el cartel del Col de la XXX. Empieza una larga bajada, que no obstante se hace más llevadera en compañía. Nicolàs mira el reloj… “On a un très bon rhytme… 5 km/h… moitié de la boucle en 6h”… El mensaje que procesa mi cerebro no es tan optimista… Llevamos 6 horas?... Miro mi reloj, el de la Barkley, que quizá absurdamente no he cambiado de hora (superstición?) y sigue indicando según cómo lo sincronizaron en Tennessee. No me acaba de cuadrar pero si ahora llevamos 6 horas de vuelta, quiere decir que llegaremos a la media vuelta, en el libro 8, con proyección de hacer más de 15 horas, previsión más pesimista que la que yo me había marcado para esta vuelta. Algo desanimado, pero qué se le va a hacer… Seguimos bajando enlazando pistas hasta llegar al último tramo. Nicolàs se sube las perneras para cubrir de rodilla para abajo. “C’est pour les tics, tu sais qu’est que sont les tics?” me dice… Ya lo creo que lo sé, las he conocido mejor en este lugar a las garrapatas… Hago lo propio y describimos esas 7 revueltas incómodas hasta el LIBRO 9.


Ya con las últimas luces, más aún dentro del bosque, bajamos el último tramo hasta el Pont Saint Bruno, donde encontramos a Lucille y al padre de Aurelien, que nos animan. “Aurelien il a resté derriere, mais il doit être pas loin”… “Non, non, il est pas loin”… También están unos amigos de Nicolàs. “J’ai une bonne lievre” les dice. Liebre para nada, creo que formamos un equipo tándem equilibrado y los dos le sacamos provecho. Efectivamente Aurelien no está lejos, porque al poco de cruzar el puente y coger la pista del otro lado le vemos llegar por la carretera. Viene a un ritmo más fuerte y en breve lo tenemos con nosotros. “Ça va mieux eh?”… “Oui, ça va”… Es un ça va, medio convencido, de aquél que va teniendo ratos buenos y malos. Tengo la sensación de que se va a poner en cabeza y nos va a meter un punto extra, pero en cambio se queda a cola de grupo y sigo marcando yo el “tap, tap, tap” de paso-bastoneo, por esta pista infernal hecha para camiones trepadores. Os aseguro que no puedo imaginar un vehículo subiendo por aquí… Al poco toca sacar los frontales. Aurelien se pone en cabeza, nuevamente más rápido y se aleja unos metros. Nicolàs y yo nos quedamos atrás a ritmo tractor por estas rampas sin cuartel. Sin darme cuenta vuelvo a estar junto a Aurelien, que me deja pasar y se pone a cola. Sigo mirando al suelo, sin charlar demasiado… Necesito el aire, y seguir buscando ese equilibrio, que parece que va llegando desde el inicio de la vuelta pero sólo muuuy lentamente. Echo alguna mirada de reojo y veo que Aurelien se queda atrás. Me sorprende, pero supongo que es una muestra de la montaña rusa de la carrera…


Al llegar a lo alto del tramo peor, una vez se suaviza la pendiente, Nicolàs me comenta… “C’est bizarre Aurelien, il a de coups de speed, et après il tombe… je pense il a eu un peu trop de pression”… Es complicado, pero supongo que afrontar una carrera como esta después del éxito de la Barkley no ha de ser fácil. Esa grandísima actuación ha puesto muchos focos sobre él. Marcas, tele, prensa,… Muchas entrevistas, muchas propaganda, en una persona que por lo que le he ido conociendo, es un tipo sencillo y que todo ese bombo ni lo busca, ni probablemente se sienta cómodo. Nicolàs sigue comentando “Hier il a eu la tele, les media, il est allez chez Raidlight, tu veux qu’il se repòse quand?”. Realmente, tener a la tele filmándote cómo coges el dorsal, cómo miras el mapa, cómo hablas con aquél o con el de más allá, y sobre todo, haciéndote una entrevista a las 8h y pico de la noche cuando tienes que irte a la cama porque en 3 horas puede sonar la corneta… Quizá ha faltado algo de tacto hacia él… Espero que se vaya abstrayendo y la carrera se vaya reconduciendo por la buena ola, porque realmente es un tío muy majo y que me cae muy bien. En medio de estas disquisiciones y ya con las peores rampas a nuestras espaldas, Nicolàs echa otro vistazo al reloj. “Voilà, 6 heures!”… 6 horas? Ahora? No era antes? “Non, non, là c’est 6 heures”. Entonces antes lo he entendido mal! Entonces vamos muy bien, prácticamente mitad de vuelta y 6 horas, muy buen ritmo para poder hacer esta vuelta entre 12h y 13h. “Là tu m’as mis la moral!” le digo a Nicolàs. Con este optimismo llegamos, en medio de la noche, a la Cheminée de Fetrus. Era ese árbol? Es otro? Nos dividimos entre los dos y damos con el LIBRO 8.

No vemos la luz de Aurelien, así que dejamos el libro en su sitio y salimos por el sendero hacia abajo. Más estrecho, pero más cómodo en comparación con la pseudo pista anterior. Unas cuantas revueltas nos dejan dentro de la canaleta, justo bajo el rocote que cuelga sobre nosotros y que ya tengo como referencia. Vamos destrepando entre bloques y marcas amarillas, quizá con menos habilidad de la que deberíamos. Seguimos aprovechando todos los puntos de agua, así que rellenamos bidones y uso el 3er sobre de Tailwind de la vuelta, ahora que hemos pasado la mitad. Tras un rato de batalla con las piedras, identificamos el cartel amarillo y salimos por los indicios de senda hacia la izquierda. Lentos pero más o menos seguros, acabamos saliendo a un camino mejor, que se ensancha y tras varios toboganes nos lleva hasta el LIBRO 7.

 Mientras arrancamos la página, la luz de Aurelien llega por detrás. Le saludo con un nuevo “Ça va mieux?”… y se repite el mismo escéptico “Ça va…”. Este es el punto de la primera vuelta donde precisamente nos encontramos con Nicolàs y su grupo. “La tu vas voir où est-ce que c’est”, dice Nicolàs, que nos va a desentrañar el misterio. “Oui, je suis content d’être avec vous”, dice Aurelien, que seguramente ha apretado un poco para poder hacer más seguro este tramo. Bajamos un tramo más de pista, hasta un punto donde el año pasado seguíamos de frente. Ahora cogemos otro camino a la derecha, que va llaneando. Al cabo de un poco llegamos al fondo del valle y cruzamos el torrente (sin agua), para trepar al otro lado y salir a la pista hormigonada de la cantera. Como sospechaba, la pista sigue hacia arriba, en contra de lo que dice el mapa del IGN, que indica que el camino hacia el libro 7 sale de lo que parece ser el punto más alto de la pista. Vamos, que el camino que marca el mapa no se corresponde con el estado actual de la pista, que ahora llega hasta bastante más arriba.

Total, que estamos justo donde empieza el senderillo, común al recorrido del año pasado, que conecta con el lomo de la montaña y va subiendo entre marcas azules difusas. Me pongo detrás de Nicolàs, y subimos por fuerte pendiente, mientras Aurelien vuelve a perder algo de comba. En un momento dado el sendero atraviesa a la izquierda. Esto tampoco lo tengo controlado, porque tanto el año pasado como en el entreno del otro día, cada vez he pasado por un sitio distinto. Ya solos de nuevo Nicolàs y yo, salimos a la pista del lomo, en un punto bastante más abajo. Vuelven las rampas de aúpa, hasta salir a la otra pista, que nos deja en el descenso hasta la XXX. En ese estado zen que te aporta la noche, vamos conectando carretera, pista y sendero hasta llegar al LIBRO 6.

Acabamos el descenso y vamos a buscar la fuente un agradable trago de agua fresca. Recorremos el tramo de asfalto hasta el monasterio de la XXX, donde nos disponemos a afrontar la laaaaarga subida. Echo un vistazo al reloj, a ver cuánto nos cuesta este parcial. Como marcador oficial de ritmo me pongo en cabeza por el sendero de los carteles de árboles, creo que nos va bien a los dos. Salimos a la carretera y describimos las breves revueltas bajo los cortados, con unas vistas espectaculares, también de noche, de la llanura llena de luces a nuestra izquierda. La subida se hace relativamente llevadera, entre conversaciones y tramos de silencio introspectivo. La carretera-pista nos deja en un collado, donde tomamos un sendero y otra pista que nos deja algunas dudas. Echamos manos al mapa y le indico el camino que a mi me parece correcto, describiendo una revuelta. Poco más tarde me indica otro sendero “Ce matin Alice et moi on est descendus par là”. Efectivamente, el sendero toma ese atajo (nota mental para más adelante). Siguiendo hacia arriba, un par de tramos más de sendero nos dejan en el prado de XXX. Lo cruzamos, ya en plan menos Heidi, y en el extremo superior buscamos a nuestra derecha las rocas del LIBRO 5.

El parcial nos ha costado cerca de 1h30. Realmente la vuelta en este sentido, con estas dos subidas hacia el libro 8 y el 5, va cogiendo peor pinta que el sentido opuesto. Salimos hacia el cartel del collado. “Là il y a la section merdique”… dice Nicolàs (sección de mierda, básicamente). Efectivamente, bajamos algunas revueltas y empezamos el flanqueo a la izquierda por el microsendero. En medio de la noche, el abismo herboso de la derecha da algo de yuyu, aunque recordándolo de esta mañana me quedo más tranquilo. En ligera subida, superamos el tramo peor y bajamos al otro lado. El senderillo es algo perdedor en algunos tramos, así que intento quedarme con puntos de referencia mientras voy detrás de Nicolàs. Más abajo, un par de carteles de madera nos dejan en la pista que nos conduce, tras un tramo de bajada, hasta el Hapert du XXX y el LIBRO 4.

En la primera vuelta no lo hemos visto pero aquí debería haber agua. Damos la vuelta a la casa… Ahí está el grifo… Me sirve para reponer el último sobre de Tailwind de la vuelta y echar otro trago fresco. Bajamos hasta la pista inferior y recorremos un tramo llano hasta el inicio de la siguiente subida. Nuevamente me pongo en cabeza, subiendo por el prado, y buscando terreno que las vacas no hayan dejado embarrado y lleno de agujeros. A pesar de la noche y de ser un tramo desconocido para mí en este sentido, la ruta se va siguiendo bien (mejor aún con la red de seguridad de Nicolàs) hasta las dos casas del Hapert d’YYY. No perdono ni uno, así que echo un trago de la fuente, antes de bajar por el prado hacia el “chemin pavé” que nos deja en el fondo del valle. Tomamos a la izquierda el indicio de traza y nos vamos acercando a la capilla de XXX. En el punto en que afrontamos la pendiente a la derecha hacia el libro, veo una especie de arqueta que anoto como referencia para próximas ocasiones. “Ce livre je sais jamais où est qu’il est…” dice Nicolàs. Realmente siempre cuesta dar con la roca exacta, pero como todo queda cerca y entre dos es más fácil, no perdemos mucho tiempo antes de dar con el LIBRO 3.

Salimos por la capilla y el camino normal de acceso. Al poco vemos una luz al otro lado del valle… “Salut Aurelien?”… “Oui! Salut!”… Se podrá quedar atrás en algún momento pero el tío es sólido como una roca. “Il est costaud” dice Nicolàs (un tío duro). Mientras Aurelien se dirige a por el libro 3, nosotros seguimos subiendo por el tramo de pista a la izquierda y después el sendero a la derecha, que nos deja en el camino amplio que flanquea en descenso hacia el sur. El perfil favorable nos permite trotar bordeando la montaña hasta la subida hacia el siguiente libro. Un hito marca la entrada y el inicio de las revueltas. En la primera vuelta no me he quedado con la referencia de la entrada superior, pero el hecho de ir con Nicolàs me tranquiliza. “Oui, oui, tu vas voir, il y a un cairn” me dice… Vamos describiendo revueltas y, ya muy arriba, efectivamente veo un hito sobre un tronco a partir del cual sale un senderillo hacia la derecha. “C’est ça, non?”… “Oui, oui”. Seguimos la senda hasta el espolón de la derecha de la montaña, y remontamos unas trazas de pista hasta el collado entre rocas, al lado del cual encontramos de nuevo el LIBRO 2.

Los deberes están hechos, la vuelta se ha dado bien, y sin ser las 12 horas que pintaban a media vuelta, sí que van a ser 13h, cosa que nos hace plantarnos al final de la segunda vuelta sobre las 24 horas, con 8 horas de margen sobre el tiempo límite. “J’ai 24 h pour faire la troisième boucle” dice Nicolàs. “On est large, ne ferme pas de portes”. Efectivamente, llegado a este punto, no hay que cerrar puertas, tiene que mirar más allá. Aparte de la primera rampa pedregosa donde hay que intentar no partirse un tobillo, el resto de la bajada no tiene mayor historia, así que llegamos al río y nos remojamos los pies para llegar al LIBRO 1.

No nos hemos cruzado con Sebastien y François, que van delante, así que deben estar descansando y en todo caso no están muy lejos. Por mi parte, a la vista del margen y de la hora que es, decido que voy a intentar dormir un poco. No he dormido nada bien la noche de la salida, y queda una hora de noche, así que encaja bien para hacer un pequeño sueño que, juntamente con la llegada del día, me de fuerzas para hacer bien la tercera vuelta. El objetivo es seguir haciendo la tercera vuelta por debajo de las 16h, quizá entre 14h y 15h. A la llegada de cada nueva vuelta, me siento como en un entreno de cinta en el gimnasio, en que la máquina va aflojando el ritmo poco a poco y te da un respiro. La próxima vuelta me puedo permitir bajar otro punto la velocidad. Sigo con la sensación de duda sobre el ritmo y lo que queda de carrera. No siento, ni mucho menos, la sensación de seguridad en mis fuerzas que tenía en la Barkley, pero sí que es cierto que el margen que estamos cogiendo me da la tranquilidad de poder tener un descanso “reparador” en caso de crisis. Con estos pensamientos salvamos el pequeño repecho y llegamos al campamento para tocar por segunda vez la roca.

 

VUELTA 3:

En medio de la noche y después de 120km, las energías están algo más bajas, pero se agradece un montón el avituallamiento 10 que me han preparado Anna y mis padres. Como y bebo con más tranquilidad que en la primera vuelta. Al poco llega Aurelien y hace lo propio también en la carpa. Finalmente me decido por intentar descansar un poco, y por hacer el pack completo me doy una pequeña ducha justo antes de ir a la furgo. “25 minutos” le digo a Anna, y me sumo en un semi-sueño mientras van apareciendo las primeras luces del día.

Con la sensación de no haberme dormido del todo se abre la puerta de la furgoneta. “Ja han passat 25 minuts”. Pues nada, sin darle más vueltas me incorporo y salgo de la furgoneta. La mochila está preparada de antes en la carpa. Cómo algo más y me acerco a la roca para recoger el nuevo dorsal. Aurelien y Nicolàs aún no han salido, así que saldré sólo hacia la tercera, detrás de Sebastien y François que han salido hace un rato. Ya es completamente de día, así que salgo con el frontal guardado. Por el ya archiconocido camino del entorno de La Diat, llego al puente de la carretera y tras hacer el bucle por debajo, recojo la primera página de la vuelta (LIBRO 1).

Afronto la subida con el chip de bajar otro punto. Aún con la parada anterior, llevo más de 6h sobre el límite de tiempo. Si consigo hacer esta vuelta en unas 15 horas, seguiré ganando tiempo sobre la media y tendré margen para dormir bien en caso que sea necesario. Así que lo principal es guardar, comer, beber y subir a ritmo sostenible. Y cuidar los pies, que de momento van mejor que el año pasado. En ese sentido, en este inicio de vuelta me he traído unos calcetines para cambiármelos justo después de cruzar el río. A pesar de que las zapatillas están mojadas, algo ayuda… La subida la conozco bien. Me voy cruzando corredores que acaban la 2ª vuelta, entre ellos Mickael Berton, que baja con muy buena cara. Una vez cruzo la pista de la parte superior, activo la atención para no perder el desvío a la izquierda. Ahí está, no hay problema… Lo cojo y tras una revuelta afronto la terrible subida de piedras para llegar al collado entre rocas. A la derecha encuentro el LIBRO 2, justo cuando llega desde el otro lado el “corredor de naranja” de la primera vuelta, que ahora va de verde.

Le pregunto qué página quiere pero me dice que “je me debrouille”, así que si se espabila él, yo me voy. Bajo por la pista mientras como algo y cojo el senderillo que me lleva al camino principal y por las revueltas hasta el camino más principal aún que flanquea a la derecha. Hago un caminar correr entre los repechillos y los falsos llanos, hasta coger el sendero a la izquierda que baja decididamente hacia la zona de la capilla de XXX. Tras un trago en la fuente me acerco a la parte trasera, donde encuentro de nuevo el LIBRO 3.

Por terreno cada vez más conocido salgo al “chemin pavé” que sube hacia el prado del Hapert d’YYY. Esta vez no hay nadie por aquí, así que disfruto de la soledad junto a la fuente mientras relleno los flasks. Activo un punto de atención en la bajada por los prados. Al final del primero hay un alambre que lo cierra. Me agacho para pasar por debajo pero levanto la espalda antes de tiempo y me pego un calambrazo high level que me hace soltar un grito y me deja con olor a quemado. Todo para levantarme al otro lado y ver a la derecha un magnífico paso para personas… Recuperándome del shock, sigo enlazando prados y cruzándome algún que otro corredor, hasta la carreterilla que bordeándo a la derecha me lleva hasta el inicio de la nueva subida. Un poco más allá llego al Hapert du XXX, donde a parte de rellenar el segundo sobre de Tailwind, encuentro el LIBRO 4.

El hecho de ir solo hace todo más automático y monótono. Ahora ya ni me cruzo corredores. Simplemente me entretengo mirando los parciales entre libro y libro, y viendo si voy por debajo de la media de 1h por libro. Tras el primer tramo de pista, llego al tramo de sendero, donde me pongo un poco las pilas para no perder la traza entre medio de los campos. Todo se resuelve bien y salgo a lo alto del repecho que me deja en el flanqueo “merdique” que decía Nicolas. De día se hace más fácil, y tras las revueltas superiores salgo a lo alto del collado y me dirijo, ya con más conocimiento de causa, hacia el cartel del 57 y las rocas donde se encuentra el LIBRO 5.

Cruzo el prado en dirección a la larga bajada, entre excursionistas que aprovechan un agradable día de montaña. Ya en el tramo asfaltado me encuentro de frente a Ronan. “Salut Ronan! Tu as l’air mieux!”… hace mejor cara que la última vez que nos vimos, aunque por el tiempo creo que lo va a tener justo para llegar a finalizar la vuelta antes del tiempo límite. “Oui, j’ai dormi 4h30!”… Osti, un sueño de 4h30, qué lujazo… Me da noticias de los dos corredores que me preceden… “François il est pas loin”… se lo ha encontrado en las revueltas de la carretera, deben ser escasos 5-10 minutos… “il allait pas bien…”… pues eso, parece que el ritmo del principio va pasando factura… “Par contre Sebastien il est loin”… Queda mucho, pero está claro que Sebastien destila una solidez que no deja ver puntos débiles por ningún lado. Ahora mismo poco importa, al final se trata de fijarme en mí mismo e ir surfeando las olas lo mejor posible… Equilibrio y paciencia… Me despido de Ronan, nos deseamos suerte, y sigo bajando, primero por asfalto y luego por el sendero de las 10 revueltas y los cartelitos de plantas silvestres. Desemboco en la carreterilla de la XXX, que me lleva hasta una fuente que ahora mismo me viene la mar de bien. Repongo líquido y vuelvo hacia atrás para coger el camino entre hierbas altas que me deja en el LIBRO 6.

Vuelvo al camino y subo por el sendero hasta el tramo de carretera, y una vez llego a la curva, la pista que me ha de dejar en la bajada hacia el siguiente libro. Nuevamente de día en este tramo, las vistas hacia la derecha son espectaculares. Llego al inicio de la bajada y activo los sentidos. Este es el tramo confuso de la primera vuelta, que en la segunda vuelta hemos hecho a la inversa y de noche. Entre este año y el pasado, tengo la sensación de nunca haber hecho lo mismo aquí y entre los dos sentidos, el de bajada es el que me resulta más complicado. Voy a intentar ir hasta la flecha azul y de ahí seguir el lomo. Efectivamente, ahí está la marca, me meto a la izquierda… Intento seguir lo que parece el lomo pero la verdad es que no está muy marcado… Será eso de más a la derecha?... Me desplazo y sigo bajando… No parece, se difumina… Voy bajando cada vez con más dudas y no sé muy bien cómo me acabo metiendo en una ladera tarterosa, que sin ser peligrosa, es muy incómoda de bajar. Lo peor es que no sé si estoy demasiado a la izquierda o demasiado a la derecha. En medio del bosque me cuesta identificar los rasgos generales del relieve… Lo que me parece claro es que si realmente he cogido la dirección que me hacía interceptar el sendero, seguro que me lo he pasado. Con algo de desesperación sigo deslizando por las piedras, intentado tirar a la izquierda para, por lo menos, asegurar que en algún momento me tope con la carretera hormigonada. Si me la paso me voy hasta el fondo del valle y sería un desastre. Afortunadamente aparece una franja blanca ahí abajo… La pista. Salto aliviado hasta ella y compruebo que, efectivamente, he ido a parar demasiado abajo. Afortunadamente tengo una referencia clara que me sirve para identificar la entrada que tengo que coger a la derecha. Una vez corregida la situación, y de nuevo en la ruta, llaneo por el camino hasta el giro a la izquierda y el LIBRO 7.

Esta liada me debe haber alejado de François, y quien sabe si Nicolàs o Aurelien estén cerca por detrás o me hayan pasado. De momento vamos a comer, beber y tomar sales, que normalmente los momentos de crisis se traducen en descuidos de nutrición. Intento reponer fuerzas mientras subo por camino más conocido hacia la Cheminée de XXX. Aprovecho el chorro que cae para renovar el Tailwind y sigo trepando entre rocas hasta el rocote, y de ahí por las revueltas del sendero hasta el LIBRO 8.


Recupero unos metros hasta la “pista” y avanzo por ella en este parcial relativamente plàcido, bajando por fuerte e incómoda pendiente, pero bajada al fin y al cabo. Al salir a la carretera y cruzar el Pont Saint Bruno, descubro con alegría el coche de mis padres. Me los encuentro a ellos y a Anna un poco más allá. Realmente estos momentos son un chute de energía positiva que pueden tener más efecto que un plato de macarrones. El momento se hace corto y a la que me doy cuenta ya estoy describiendo las revueltas que me dejan en la pista superior y en la curva donde está el LIBRO 9.

Tras el aperitivo, sigo con el grueso de los 1000 metros de desnivel de esta subida, la más larga que hay en este sentido del recorrido. Voy enlazando los diferentes tramos y llego a los dos puntos de agua, que tengo que aprovechar sin dudarlo porque el calor está apretando de lo lindo. El año pasado en esta zona tuve una crisis viniendo en sentido opuesto, creo que en buena parte también por el calor. A pesar del momento positivo de abajo, creo que mi estado tiene una cierta tendencia descendente. Tengo que comer y beber para asegurar el no entrar en crisis total. Hablando de crisis, poco más arriba del agua veo una camiseta amarilla que se levanta del suelo. Es François, que me saluda con cara entre somnolienta y desconcertada. “Je n’ai pas d’energie… Je mange mais je n’arrive pas a avoir de l’energie… ça t’a arrivé a toi?”… Hombre, no tengo energía para tirar cohetes pero visto el panorama… Le animo a que coma y beba pero lo cierto es que me da la sensación de estar en fase de desconexión… Una lástima después de tan buen inicio de carrera. No hace ademán de seguir mi ritmo, así que sigo solo hasta lo alto del Col de XXX, y girando a la izquierda hasta el LIBRO 10, donde me siento un momento a comerme una fajita de aguacate, a ver si me da “energie”.

Exactamente lo que necesito, un tramo corto y sin complicaciones, sendero, Col de la TTT, más sendero, activa sentidos para no pasarte el desvío a izquierda, y senderillo hasta el “beau sapin” donde encuentro de nuevo el LIBRO 11. De día el Colouir du Four es más amable, de momento las 3 vueltas lo he pasado de día, así que la bajada discurre también plácidamente hasta el replano herboso donde empiezan las roderas que me dejan en la carretera. Más agua, último sobre de Tailwind de la vuelta. Repongo y sigo carretera adelante hasta el desvío a la derecha. Cuento las 6 revueltas y me encuentro con el árbol con hongos bajo el que está el LIBRO 12.

Se acerca el final de la vuelta, y salvo el fallo entre los libros 6 y 7, visto en la distancia no excesivamente catastrófico, la cosa se ha dado relativamente bien. No lo estropeemos ahora, en lo que es el último tramo delicado que me queda. Voy identificando la senda recordando las indicaciones de Nicolàs en la primera vuelta. Las pocas marcas azules me van ofreciendo alguna ayuda. Por otro lado, el hecho de haber prestado más atención en la segunda vuelta hace que vaya teniendo recuerdos de algunos detalles, así que sin titubeos significativos acabo saliendo al “sapin qui pleure” y un poco más allá, al aparcamiento del Col de KKK. Lo celebro con un banquete de agua de la fuente y, comiendo algo más, enlazo los diversos caminos que me acercan al siguiente libro. Creo que me cuesta algún intento de más, pero finalmente veo más allá el árbol caído y entro a la derecha para dar con el LIBRO 13.

Sin la agilidad de la primera vuelta pero el hecho de que el sendero vaya picando para abajo me da cierto dinamismo en el tramo hasta el pie del Col de la TTT. Pongo el modo subida para el breve repecho y vuelvo a bajar al otro lado, trotando suavemente, hasta llegar al asfalto llano, donde me doy la licencia de caminar un poco. Acaba siendo un mero trámite el llegar hasta la revuelta donde me desvío a la izquierda para recoger la hoja del LIBRO 14.

Última subida y avituallamiento. Salvo sorpresa, habré cumplido el objetivo de hacer la vuelta en menos de 16 horas, y por tanto seguir acumulando beneficios. Tengo la tranquilidad de que aún en caso de crisis, tendría margen para dormir y recuperar, creo, un estado que me permitiese hacer una eventual quinta vuelta en las 16 horas de rigor. Estoy cansado, no dejo de llevar casi 180 km, pero optimista… Lo normal es que cumpla el objetivo… Pero ojo! No estaba también así en la Barkley? Más optimista, incluso?... La solución a los pensamientos es dejar de mirar al futuro, adoptar una postura cholista y pensar en el “partido a partido”. De momento este partido sigue plácido. Exceptuando el primer tramo de pista empinada, la subida es llevadera y la bajada al otro lado también, así que tras recoger la página del LIBRO 15, recorro el último tramo de bajada. Por el camino me cruzo con Sebastien, que como una apisonadora sigue devorando kilómetros y vueltas sin ninguna aparente necesidad de descanso. Olvidándome de demás corredores, llego al campamento.

Deben quedar como 2 horas de luz, pero lo cierto es que en caso de hacer una parada rápida tampoco me servirían de mucho, porque las primeras 2 horas de la vuelta en sentido horario son por camino fácil de seguir y que conozco bien. En cambio, la perspectiva de la segunda noche siempre me infunde respeto, más aún cuando llevo una noche sin dormir y la anterior, la de antes de salir, tampoco tuve un buen descanso. Así que va tomando forma la idea de comer y dormir un poco, lo suficiente para poder pasar la noche con un mínimo de dignidad.


Así que, nuevamente en buena compañía, repongo fuerzas en la carpa bajo las últimas luces del día. Las sensaciones son bastante mejores que el año pasado, cuando llegué a esta altura de carrera con los pies destrozados, margen escaso sobre el límite y la cabeza claramente retirada. Ahora no tiene nada que ver. Incluso descansando puedo salir con 8 horas de margen, los pies tienen alguna avería pero nada que ver con lo del año pasado y la cabeza está claramente enfocada en el final. Después de comer voy a los baños a cambiarme y resguardarme del frío y me voy para la furgoneta a dormir. ¿Cuánto?... “Cuarenta minutos” le digo a Anna. Esta vez sí que cierro los ojos y me voy lejos en medio de las luces del anochecer.

VUELTA 4:

Lo que parece un segundo más tarde se abre la puerta de la furgo. “Ja ha passat el temps”… Me levanto como un resorte, sin pensar, y salgo del coche activando piernas y mente. Me dirijo hacia la carpa para comer un poco más antes de arrancar de nuevo. Por el camino me cruzo con Nicolàs y Aurelien, que van a descansar. Con una frescura quizá algo ficticia, me acerco a la roca para recoger un nuevo dorsal de manos de Benoit. Me despido intentando poner una cara lo más optimista posible y me sumerjo en la oscuridad, rumbo a la temida segunda noche.


El primer tramo lo hago de manera bastante automática, intentando activar la mente, concentrándome y hablando conmigo mismo anticipando el camino. Ahora viene la fuente… rampa recta para arriba, va girando izquierda, el barro, ahora giro poco a poco a la derecha… Ahora el cruce, cogeré izquierda… Más arriba una casa… Pronto he de coger el sendero… No te lo pases… No, ahí está, derecha… Me estoy acercando… Busca la roca con las cruces… Ahí está, listo… Subo y doy con el LIBRO 15.

Venga, sigamos sin sorpresas. Ojo, que el año pasado la cagué aquí en pleno día. Ahí cojo la rampa, cuidado con el camino que cruza, ahí está, listo. De aquí es seguirlo y 22 revueltas… Cruzo el collado y bajo flanqueando hacia la izquierda. Tras la primera bajada tengo que activar el radar porque el camino se pierde un poco, pero a estas alturas ya debo haber pasado por aquí como 7 u 8 veces, así que llego sin problemas a la zona en que el sendero empieza a describir largas revueltas. Troto por el sendero sin mayores problemas hasta la pista maderera y de ahí cuidando cuádriceps hasta la carreterilla llana que me lleva al LIBRO 14.

La ruta sigue sencilla por carretera, pista y después sendero bien marcado hasta el Col de la TTT, muy diferente en medio de la noche. El ligero descenso del otro lado me deja en el cruce, que no presenta problemas por el cartel que hay colgado en el árbol. De aquí empiezo el tramo que va picando para arriba, donde en base a los minutos voy controlando lo que me queda. A los 25 minutos llego al punto donde empieza la pista y un repecho que me deja en el punto donde en la segunda vuelta me encontré a Thomas. Sigo adelante con la tranquilidad de tener el árbol caído como referencia y tras cruzarlo empiezo a mirar hacia la derecha. Me cuesta un par de intentos pero sin muchos problemas encuentro el LIBRO 13.

El parcial hasta el siguiente libro es el que más me preocupa. Nuevamente el senderillo que ya me causó problemas en la segunda vuelta, pero ahora de noche. Tras recorrer, de aperitivo, los dos tramos de camino de los miradores del Col de KKK, llego a la fuente y repongo agua antes de afrontar el tramo complicado. Paso por el “sapin qui pleure” y voy recitándome en voz alta las indicaciones que creo y espero que tengo que seguir. Tiro a la izquierda, ligera subida, ahora busco un espoloncillo a la derecha. De vez en cuando veo algún punto azul, me encuentro algún que otro hito de piedras… Y también veo algunas luces reflectantes en los árboles. En un primer momento pienso que son marcas de parcelas, que no tienen que ver con el camino, pero a medida que voy avanzando me parece que coinciden demasiado. De día no las he visto, pero ahora van apareciendo y se distinguen bastante bien. No sé quién las ha puesto, pero si es para servir de ayuda durante la carrera, que no parece nada descartable, no es la idea del reto… Lo vamos a dejar ahí. Sin resultar un paseo, sea como sea, con menos problemas de los que me temía llego al árbol, los hongos y el LIBRO 12.


Pues nada, ya debería haber pasado lo peor… Ahora viene la subida del Couloir du XXX, que la he hecho 300 veces, y después caminos mejores hasta que lleguen las luces del día, ya hacia el final de la vuelta. Bajo a la carretera y la sigo hasta el desvío de inicio de la siguiente subida. Llego a la prado de hierba donde empieza el sendero, describiendo unas revueltas sencillas de seguir. Tras el primer tramo llegan esas rocas a la izquierda, donde empieza propiamente lo que es el la vaguada del “couloir”. Me sé las instrucciones del roadbook de memoria… primero llega la Y griega, después un rellano con una charca, un poco más allá otro rellano con un árbol atravesado, un escalón con un hito… Aquí toca subir por la “pista” imposible a la derecha… Van apareciendo marcas rojas, y la pintura me va metiendo poco a poco en una vaguada más marcada que me tiene que llevar al libro… Todo encaja, todo va bien… Miro a la derecha… De repente algo no me encaja… no debería estar la pendiente de la montaña ahí?... No me cuadra el relieve… Me debo haber desviado sin querer por una vaguada demasiado a la izquierda… Tengo que atravesar hacia allá…

Flanqueo buscando una ladera, un relieve, que nunca aparece… Mierda, la estoy liando… Pienso en volver atrás… Pero atrás a dónde?... Me he precipitado, es demasiado tarde… Uno de los lemas de la orientación, cuando sientas que te estás perdiendo, antes de perderte del todo, para, piensa y vuelve atrás si es necesario… Puede que las 48 horas de carrera tengan algo que ver, seguro que la cabeza no está igual, pero sea como sea, he perdido el control de la situación. Aunque sea tarde, paro y miro la brújula… Empiezo a torcerla, intentando que señale lo que yo quiero (aunque tampoco tengo muy claro qué es lo que quiero)… Mala señal. Podría poner rumbo oeste e intentar ir a fuerza bruta hasta el camino del Col de la XXX, que va de norte a sur y debería ser una línea de parada. Problemas: en la noche nunca se sabe, y pasárselo sí sería un error fatal; segundo, y más importante, hay unos resaltes rocosos que no se si me van a permitir seguir un rumbo que pueda controlar. Otra opción, bajar pendiente abajo, hasta algo que pueda identificar… Problemas: dónde me va a llevar esta pendiente? Empiezo a pensar que por algún motivo estoy más al sur de lo que toca y que si bajo iré a parar al fondo del valle por donde pasa la carreterilla que he seguido justo antes de la subida. Pero y si no es eso? Y más importante, seguro que voy a poder bajar sin encontrarme un resalte que me cierre el paso. Siguiente (y última opción que se me ocurre): seguir flanqueando hacia la derecha y cruzar los dedos para que realmente me haya ido demasiado a la izquierda y me tope con la vaguadita que me debería llevar al libro. Con más dudas que un daltónico en un semáforo, me acabo decantando por la tercera opción.

Voy bordeando la montaña, pero la brújula, la muy jodida, por más que la tuerza me indica que voy hacia el este en lugar de hacia el norte… qué cosas tiene el campo magnético terrestre… Más dudas, vuelvo atrás… adelante… bajo un poco… atrás… adelante… Desesperación en aumento… En medio de mi pulular sin sentido aparece una sima tremenda, un abismo de paredes verticales que parece ir directo a Nueva Zelanda. Paso a unos metros, fuera del peligro, pero en medio de la desesperación por la desorientación, la visión no hace más que añadir mal rollo a mi situación. En ninguno de mis pasos por la zona había ni rastro de estas simas. Busco en el mapa algún indicio de este agujero, pero no aparece. Un poco más allá aparece otra sima, fantasmagórica en medio de la noche. Me dan ganas de sacar el teléfono y pedir auxilio. Es una sensación parecida a cuando me perdí el año pasado en la segunda vuelta, en la zona norte del mapa… Me siento en una piedra e intento calmarme… Vamos a ver, tienes tiempo de sobras, aunque pierdas 2 o 3 horas… Es igual, la cuestión es ir a parar a un sitio donde puedas saber dónde estás. Con el rato que llevo flanqueando parece evidente que no estoy donde pensaba. Probemos de bajar y crucemos los dedos para que nada interrumpa el descenso y pueda llegar a algún sitio identificable...

Con un cierto alivio por el hecho de tener un objetivo, una estrategia, bajo por la pendiente entre tarterillas y arboles que, sin ser una autopista, me dejan ir perdiendo altura. Bajo y bajo, echando mano de una brújula que me va indicando que el gradiente baja hacia el sur. Estoy bastante seguro que voy a ir a topar con la carretera. Al rato la pendiente disminuye de golpe y llego al fondo de una vaguada. A la luz del frontal, a unos metros, al otro lado, distingo la forma de lo que parece ser una pista, carretera, sendero… lo que sea, pero humano. Subo hacia allá ilusionado y me encuentro con un sendero… No hay duda, una traza de sendero… y además un sendero familiar… Por supuesto, es el sendero de subida…

Visto a posteriori es evidente. En medio de la noche y del cansancio, pensé que no cuadraba lo que sí cuadraba y que no estaba en el camino cuando si lo estaba y empecé a ir a derecha y derecha y derecha (este) para meterme en la ladera de la montaña, así que al bajar hacia el sur volví a dar con el sendero. Ahora se ve sencillo, pero claro, a toro pasado todos somos Manolete… (hacía tiempo que no la colaba esta…)

Joder, qué alivio! Voy un trozo hacia atrás para asegurarme del todo… Sí, he bajado un huevo y tengo que chuparme casi toda la subida, pero visto lo visto, ni tan mal… Vuelvo a recuperar metros, pasando por todos los puntos de referencia de antes, y cuando llego a la zona de marcas rojas agudizo al máximo mis maltrechos sentidos. Identifico el punto donde he empezado a tener dudas antes, y las vuelvo a tener ahora, pero estoy decidido a no perder el control. Voy adelante y atrás varias veces, agarrándome a la brújula como si fuera lo último que me separa de uno de esos abismos que he visto hace un rato. Me vuelve a costar, pero tozudo voy superando pequeños resaltes hasta que, finalmente, doy con un resalte de roca que indica el punto donde estaba el libro el año pasado, y corrigiendo ligeramente hacia atrás, doy con el ansiado LIBRO 11.

Después de este periplo, en el que calculo que perdí más de una hora, os ahorro los detalles, que seguramente tampoco recuerdo bien, del paso por el LIBRO 10 y el LIBRO 9, que después de la tensión previa discurrió en un estado de creciente letargo que me hizo visualizar un pequeño break en el punto más bajo, junto al Pont de Saint Bruno. Al llegar al camino inferior aparecen dos frontales como ángeles de la guarda. Son Anna y mi madre. Un poco más allá está también mi padre. Uno de esos encuentros de madrugada que recuerdan que esto es un trabajo en equipo. “Menuda liada” les digo… Por la mirada veo que ya son conscientes de ello. “Voy a dormir 10 minutos”. Me estiro junto al coche, reposo la cabeza sobre la mochila y me dejo llevar por un microsueño que me aleje de las tensiones y miedos vividos.


Los diez minutos y la empatía de la compañía me devuelven energía positiva suficiente para ponerme de pie y seguir adelante. Me despido y afronto la subida siguiente, larga como un día sin pan, pero sin más sobresaltos que el de ir poniendo un pie delante de otro y chutar de vez en cuando una piedra escondida entre la vegetación. El árbol del LIBRO 8 ya es bien conocido, así que acierto a la primera a pesar de la oscuridad. Activo los sentidos en la bajada de la canal de Fetrus, ayudado por las marcas amarillas y buscando el cartel que me indique la salida a izquierda. Sin más problemas que lo incómodo del camino llego al LIBRO 7. En algún momento que no recuerdo aparecen las primeras luces del día, que vienen a mejorar las cosas, junto con la mejoría del camino y la sensación de que el mal momento queda cada vez más atrás. Aprovecho el tramo hasta el siguiente libro para asimilar de una vez el camino de subida y no volverla a liar como en la tercera vuelta, cuando venía en sentido contrario. De todas formas, si todo sigue así creo que nunca volveré a pasar por aquí en sentido contrario, porque si empiezo la última vuelta segundo (sí, aún voy segundo a pesar de la debacle de hace un rato), me va a tocar hacer la última vuelta en este sentido (a no ser que a Sebastien le haya sabido a poco y decida autoimponerse un mayor reto eligiendo el sentido difícil…). Y si como espero y deseo acabo la carrera, creo que nunca voy a volver a pasar por aquí… Sigo la subida y, esta vez sin problemas, salgo al lomo de la montaña por el mismo punto que en la segunda vuelta con Nicolàs, y ahora fijándome bien en los detalles. El resto del tramo discurre bajo el amanecer, hasta el LIBRO 6.

Nueva parada en la fuente y vuelta atrás siguiendo hasta el monasterio. Caminando por la carretera veo tres personas en una curva. Me sorprende que estén ahí paradas, a estas horas de la mañana. Una de ellas lleva una mochila grande a la espalda, envuelta en lo que parece una capelina. A medida que me acerco los perfiles van transformándose en arbustos y árboles… Hace bastante rato que oigo cosas, pero es la primera confusión visual más o menos sólida. El sueño va haciendo mella, incluso en alguien cuadrado y racional como yo. Sigo por la carretera y enfilo una recta en la que el sol está ya cayendo sobre el asfalto. Camino mirando al suelo, mirando la punta de los pies hasta que la derecha pisa junto a algo tirado en el suelo… como un trozo de neumático roto… DIOSSSSSS… Una serpiente!!!!... Pego un brinco a la izquierda, como si me quemasen los pies. Me giro… No, esto no es una alucinación, es la serpiente más grande que he visto en mi vida, por lo menos fuera de un terrario. Os juro que ahí me desperté de golpe y hacía dos metros y era gorda, gorda… El susto por lo menos me ha activado los sentidos, así que afronto la siguiente subida, nuevamente laaaaaarga, describiendo revueltas, recorriendo pista, asfalto, y bastante más tarde, cruzando el prado que me deja en el LIBRO 5. Me voy encontrando a ratos a la pareja que son amigos de Nicolàs.

Con los biorritmos más activados por el nuevo día, bajo el tramo “merdique” hasta el LIBRO 4, y remonto hasta el Hapert d’YYY, donde me encuentro de nuevo a la pareja, señal de que Nicolàs debe andar cerca. Nuevo trago de agua y bajada hasta la capilla de XXX, donde encuentro, cada vez me cuesta menos, el LIBRO 3. Los tramos cada vez se hacen más largos, sobre todo el trozo de flanqueo hasta el inicio de la siguiente subida, pero a base de tiempo voy acercándome al final. La subida también se me hace larga, revueltas y más revueltas, hasta llegar al hito que marca el acceso hacia el LIBRO 2. Poco antes, aparece Sebastien, que ya va de bajada en su última vuelta. No sé ni si habrá dormido este hombre, qué capacidad… “J’avais l’espoir que tu aurais trouvé trop fácil la course et tu partirais dans le sense difícil” bromeo. Nos animamos mutuamente y nos reconfortamos con la proximidad de un objetivo que ya vemos al alcance de la mano. Suerte, y seguimos cada uno a lo suyo, en mi caso a por la penúltima página. Venga va, última bajada y a recopilar energía física y mental para seguir hacia la última vuelta. Como cada vuelta a estas alturas, le doy vueltas a la táctica. Lo suyo sería dormir y, quien sabe, igual alguien llega, se motiva y me ahorra dar la vuelta en el sentido horario. Sea como sea, hay tiempo y me voy a comer una 3ª noche que, si la segunda me da respeto, esta ya ni os cuento. Las reflexiones me acompañan en una bajada que no tiene mayor historia. Me mojo los pies una penúltima vez y recojo la página del LIBRO 1, antes de remontar el corto tramo que me separa de tocar nuevamente la roca y volver a ver a mi gente.


VUELTA 5:

Nueva parada en boxes a la luz del día, nueva ingesta de hidratos y repaso a las piernas para arrancar unas cuantas garrapatas, alguna de ellas en plena digestión. Ronan aparece con unas pinzas anti-garrapatas y da una masterclass extrayéndolas con una hábil rotación (no me preguntéis el fundamento físico-biológico…). Comento la jugada con la gente, entre ellos Aurelien, que desafortunadamente se ha retirado durante la cuarta vuelta. “Le mental” me dice… Como decía antes, no ha de ser fácil el proceso de descompresión después de la gran actuación en la Barkley. En cualquier caso, me cambiaba por él sin dudarlo.

Al poco rato aparece Nicolàs, mientras yo estoy acabando de comer. De momento estoy bastante decantado a dormir un rato, no sé cuánto, y ver si de paso alguien se anima a salir en sentido horario. Mickael parece que no debe andar lejos de llegar, y no sé si alguien más quede en carrera… Acabo de comer y voy hacia el lavabo a cambiarme para encontrarme con la imagen surrealista de Nicolàs con la cara llena de espuma… afeitándose.  “Ça c’est la classe!”… Qué nivel Maribel… Por allá arriba parece que se oyen aplausos que indican la llegada de Mickael. Me voy para el coche con la idea de dormir y de repente me pilla un arrebato de actividad. Tengo la sensación de que no me voy a dormir, y visto el panorama, corremos el riesgo de quedarnos aquí con el juego del gato y el ratón y a ver si sales tú que a mí me da la risa… Nada, venga, me piro… He llegado segundo, pues segundo me voy. La vuelta es más jodida pero total me tiene que dar tiempo de darla del derecho o del revés. Me doy media vuelta y le comunico a Anna mis intenciones. Nos volvemos a la carpa, cómo un poco más… Me voy para la roca, venga va, acabemos con esto…

Con un sol menos apabullante que el de ayer, troto por el camino en dirección sur, camino de ese último bucle. No han pasado ni diez minutos, una vez se han alejado los aplausos y la compañía, que me invade la sensación de que la he cagado. Aunque sean las 4 de la tarde y los biorritmos tengan que estar activos, me entra un bajón pro-siesta como un ladrillo en la cabeza. Por lo menos pilla la primera página… Voy tirando en piloto automático y con los ojos semi-cerrados, recitando en medio de mi somnolencia las curvas a derecha e izquierda hasta llegar a la piedra del LIBRO 15. Conseguido el objetivo mínimo que me había marcado para permitirme dormir, avanzo una recta más y en medio del repecho siguiente me tumbo. Pongo la alarma, 10 minutos…

Me relajo en medio de los sonidos del bosque… Uno de esos sonidos resulta ser un tipo al que le debe haber sorprendido/alarmado ver a un tipo tirado en medio de un camino como si le hubiese dado un patatús y me despierta a los 7 minutos. “Tu vas bien?”… “Oui, oui, je me repose”… Parece que han bastado para un clic, así que me levanto y tiro. Con este “pan para hoy, hambre para mañana” espero tener suficiente para llegar hasta la noche. Qué miedo esa tercera noche… Si la cagué en la segunda, qué puede pasar en la tercera… Echo cuentas y mi objetivo es pasar con luz el libro 11 para evitar la catástrofe de la vuelta anterior. Venga va, activo…

Cuento por última vez las 22 revueltas de esta subida y cruzo el collado. Las curvas de la bajada no las tengo contadas, pero se hacen bien al trotecillo por ese camino agradable. Muscularmente el cuerpo está razonablemente bien y un dolor de pies que había empezado durante la 3ª vuelta se ha estabilizado y es soportable. Tengo ampollas en el lateral del talón, duelen, pero no es el ver las estrellas a cada paso que tenía el año pasado. Al llegar al plano dejo de trotar, creo que lo de correr ha quedado restringido a las bajadas y gracias… Recojo la página del LIBRO 14, despidiéndome del tocón de árbol hasta, esperemos, siempre, y sigo carretera allá para cambiar la tónica a un nuevo ascenso, si bien es breve. Bajo las curiosas revueltas del Col de la TTT, con menos gracias que en las vueltas anteriores, y recorro el camino ascendente que sin mayor historia me lleva hasta el árbol de referencia y el LIBRO 13. A diferencia de las vueltas anteriores, al salir en el mismo sentido que en la cuarta ya no me encuentro a nadie, así que los kilómetros y la tarde van pasando en soledad. Paso los dos bucles de las inmediaciones del Col de KKK, donde me siento tranquilamente en la fuente, y relleno los bidones mientras me como una fajita de aguacate. Me levanto de nuevo para afrontar este tramo, que curiosamente es más difícil de día que de noche, ya que ahora no se ven las marcas reflectantes. Paso el “sapin qui pleure”, un par de troncos que ya me resultan familiares, alguna zona donde el camino se pierde… Pero después de pasar dos veces en cada sentido y cada vez con la orejas tiesas, parece que ya lo tengo asimilado y por más que mis neuronas no estén pletóricas llego sin problemas al árbol de los hongos y el LIBRO 12.

Toca ahora vengarse del tramo siguiente, así que después de parar en el siguiente río a reponer agua y Tailwind (ya se ha convertido en el sitio oficial de poner el primer o el último sobre), encaro la pista que me lleva hacia el Couloir du XXX. Revivo los momentos de la noche anterior, intentando entender qué narices me pasó por la cabeza para desviarme hacia esa ladera de la derecha. A la luz del día todo se ve más claro aquí, así que voy pasando los distintos puntos de referencia, con sensación de alivio de no tenerlos que volver a ver. Sin nada que ver con la noche anterior, llego al árbol deseado y recojo la página del LIBRO 11. He cumplido el objetivo, aún es de día y me va a dar incluso tiempo de llegar al siguiente, que no está muy lejos. Me encantaría poder estirar sin dormir hasta el puente de abajo, para allí hacer una parada larga, de unos 40 minutos, y de paso estar un rato con mi padres y con Anna, aunque sea durmiendo. Pero tal como se apagan las luces del día, se van también las de mi interior y decido hacer otro pequeño break de 10 minutos después de recoger la página del LIBRO 10.

Nuevo bonus track, y ya sí con las últimas luces cruzo el Col de XXX y a la luz del frontal voy bajando hacia el otro lado. Me sorprende no haberme cruzado ya con Sebastien, que según mis cálculos debería haberle visto en el tramo anterior. Me lo encuentro a media bajada, tumbado en el suelo. Se levanta con cara dormida y deslumbrada… “J’ai fait une petite sieste”… Bueno, es humano! Nos animamos de nuevo, ya queda poco, a él menos que a mí, y me sigo dejando caer, otra vez, cada vez más dormido. El último tramo por la pista dichosa de las plantas y las rocas es un drama. Medio dormido me voy tropezando con pedruscos y salgo despedido hacia delante, corriendo repentinamente y no pegándome un leñazo por curiosidades del azar. Llego sano y salvo al LIBRO 9 y tras recoger la página afronto el último tramo del descenso. Las microsiestas de 10 minutos están bien para tener fuerzas de ponerte de pie, pero si quiero pasar la noche necesito algo más. Llego abajo y efectivamente ahí están mis pilares de apoyo. “Voy a dormir 40 minutos”. Me acerco al mismo rellano de la vuelta anterior, me quito la mochila, arriba manguitos e impermeable. En un minuto estoy tumbado en el suelo y viajando hacia galaxias lejanas…


Una voluntariosa alarma suena a los 40 minutos que le habían sido consignados, devolviéndome de repente desde la constelación de Orion hasta un claro de un bosque en el que veo las copas de unos árboles… Mierda… Estoy haciendo una carrera… Obligando a mi cerebro a ir a la huelga me levanto, con la espalda crujida después de “disfrutar” de un colchón hecho de alquitrán y gravilla. “Voy para allá” y para allá que me voy, en medio de unos ánimos que agradezco infinito. A ver si este sueño me ha servido más, espero que sí, llegaré hasta el amanecer?... Juas, pobre iluso… Pongo el piloto automático y empiezo la interminable subida. De esta sí que estoy contento de despedirme… En plena pendiente de repente aparece una luz por delante… Mickael me saluda “Ça fait du bien de trouver quelqu’un dans la nuit!”… En medio de su cara juvenil destaca un pegote de papel higiénico encastado en su nariz y lleno de sangre… “Ça va??” le pregunto alarmado… “Ouuuaaai”… Parece ser que le ha empezado a salir sangre hace ya un rato y ahí anda. Joder, pues con lo que uno necesita el oxígeno nada más falta tener una barrera en la nariz. “On va le faire” le digo… “Oui, on va le faire! On va marquer l’histoire!!”… Y con esta proclama grandilocuente se despide y nos sumimos de nuevo cada uno en nuestra propia batalla. La mía me lleva, bastante rato después, a la parte alta de la canal donde se encuentra el LIBRO 8.

Con mi torpeza en aumento, el descenso por la canal es aún más lento que en la vuelta anterior. Para conmemorar la mitad de la vuelta, paro en el sitio oficial del segundo sobre de Tailwind y repongo líquidos. Ya no miro tiempos, ni parciales, ni nada. Con mi reloj sincronizado en el inicio de la Barkley de hace 3 meses, y mi cerebro incapacitado para hacer ningún tipo de suma o resta, sólo sé que es de noche desde hace 3 libros. En el tramo inferior de la canal aparece una nueva luz… Es Benoit, uno de los corredores con quien compartí parte de la primera vuelta del año pasado y con quien hemos coincidido en la primera vuelta. Así que somos cinco en liza! “Salut, tu vas bien?”… Con la mirada sumida en la noche me contesta con un escueto y sincero “Là… c’est dur là”… Efectivamente, después de 270 km la cosa está como jodidilla… El encuentro me ha servido de referencia para asegurar el camino que tira a la izquierda y que me lleva hasta el LIBRO 7.

Venga, vamos hacia la siguiente subida, más corta, para dejarme después en la otra subida eterna, pero que ya será el último obstáculo importante. De momento pillo el senderillo y pongo el modo subida. Corta será, pero empinada como el codo de un borracho… Pasa la subida y, ya sin correr ni aquí, me voy deslizando por pista, asfalto y sendero hasta el LIBRO 6. Salgo al camino y voy a la fuente… Me siento otra vez, bebiendo, comiendo y concediéndome un poco de aliento. Me levanto y enfilo la carretera hacia el monasterio… Boom… Se volvió a caer la persiana… joder, qué largo va a ser esto… Nueva crisis de sueño… Venga va, 10 minutos, que me sirvan para encarar la subida. En un alarde mental descifro la hora que es y llego a la conclusión de que más o menos arriba se hará de día y ya lloverá menos. Me tumbo sobre un pequeño muro y pongo de nuevo la alarma, antes de dejarme llevar por la relajación, esperando que la serpiente de dos metros también esté durmiendo…

“Bibibibip!... Bibibibip!”… Venga va arriba… Esta vez el bonus me dura hasta el cartel que hay 50 metros más allá. Cojo un primer sendero en estado de trance… Un trozo de pista… Ahí hay un cartel… Sí, aquí empieza el sendero de las revueltas y los cartelitos de plantas silvestres… Mi mente se va alejando… entre sonidos y movimientos que están en alguno de los 10 universos paralelos por los que me voy balanceando… De vez en cuando reacciono ante la visión de un sendero por el que se van moviendo mis pies… Qué hacía yo aquí… Ostia la carrera, los libros… En algún momento de semi-lucidez me doy cuenta de que en cualquier momento puedo salir por un sendero que no toca porque ahora mismo estoy en un estado de automatismo absoluto. Joder, eso sería una putada… tienes que gestionar esto… a ver, simplifica… Estás en una carrera y tu objetivo es ir a arrancar una página de un libro que está en lo alto de esta subida… Eso es todo… Dos conceptos: “Libro”, “Carrera”… Sigo describiendo revueltas… Dónde están los cartelitos?... Uf, ahí hay uno… el 18… creo que este era de los primeros… tengo que llegar a la carretera… y volver a dormir… da igual… así no voy a ningún lado… Por fin salgo a la carretera prometida y unos metros más allá me vuelvo a tumbar… 10 minutos…

Ooootra vez la alarma… nuevamente en pie y vuelta a subir… Va, ahora sí, hasta el amanecer, no puedo pararme en cada libro si no esto no se acabará nunca. Afortunadamente con esta nueva T10 (mítico nombre de las microsiestas en carrera) mi estado ha mejorado de “walking dead” a “totalmente reventado” y sin más ataques de sueño crítico, o quizá no los recuerdo, voy salvando los distintos tramos hasta llegar, tras ardua pelea, al prado superior y en el otro extremo, ya con las primeras luces del día, al LIBRO 5.

Efectivamente las luces del día activan ligeramente mis biorritmos y puedo bajar más o menos bien hasta el LIBRO 4. No por mucho rato porque la siguiente subida, hacia el Hapert d’YYY, vuelvo a caer en un estado de sopor que me lleva a caminar con los ojos cerrados. Me planteo en pasar por la valla electrificada para ver si eso me da voltaje para acabar la carrera pero, creo que acertadamente, cruzo esta vez por el cómodo paso habilitado en un lateral. Llego a las casas y pego un trago que me devuelve una rallita de energía, suficiente para bajar hacia la capilla de XXX y recoger la página del LIBRO 3.

La mañana trae algunos excursionistas que pasean ajenos a mis problemas y cansancios. De la capilla sale un curioso cura de barba larga, hábito del siglo XVI y chirucas de los años 60. No se si por necesidad o por vicio, voy a buscar un rincón para hacer 10 minutos de siesta sin ningún pesado que me despierte a los siete… Tras el que espero que sea al último break, enfilo la úlitma subida, interrumpida por el tramo en ligero descenso que se me hace larguísimo, hasta el punto de sacar el mapa para intentar identificar si me he pasado el desvío. No es así, finalmente aparece el hito de piedras, y giro para rematar la que, ahora sí, es la última subida. Poco a poco el sueño se va alejando, gracias al día y sobre todo a la sensación de que el objetivo se va acercando. Las revueltas pasan y las voy disfrutando mucho más que en la vuelta anterior. Cuando veo el hito que me marca la entrada del senderillo a la derecha siento que he pasado la última dificultad. Un último giro a la izquierda y llego a la cima, donde encuentro el LIBRO 2.

Sólo me queda una bajada que siento como triunfal. Ni me molesta el primer tramo, ese malísimo de piedra suelta. Ya no hay rastro de sueño, simplemente me voy creciendo a medida que avanza la bajada, hasta que al llegar al último tramo de sendero me encuentro cerrando los puños y sacudiendo los brazos como si hubiera marcado un gol en la final del mundial. Salgo a la carretera y cruzo el río para recoger la última página de un descuartizado LIBRO 1.

Saco la cabeza trepando por el túnel y me encuentro con uno de los fotógrafos que me espera en la oscuridad, sacando lo que debió ser una bonita foto (que nunca vi). Salgo al camino y recorro trotando, corriendo, con la fatiga totalmente camuflada por la alegría. Un poco más allá me encuentro con mi madre que me espera y me acompaña al trote, pero en mi éxtasis corro demasiado rápido, así que me calmo un poco y me centro en saborear, como quien deja fundir en la boca un buen trozo de chocolate negro, los últimos metros que me separan de tocar, por última última vez, la roca.

Una aventura de 300 kilómetros no te deja indiferente y los momentos intensos vividos se traducen en satisfacción una vez “cruzo la línea de meta”. Dentro de que una carrera de esta distancia siempre tendrá su dureza física y mental, en este caso lo que más me marcó fue la dura pelea contra el sueño. Creo que nunca me había costado tanto en ese sentido. Una vez más, y no por repetido es menos cierto, mi parte en el reto es solo eso, una parte, y todo sería diferente y probablemente imposible sin la ayuda de mis padres y Anna, tanto desde el punto de vista tangible en cuanto a la logística de los avituallamientos y preparación, como en el anímico en todos esos encuentros que son como un oasis en medio de la aventura. Una vez más, mil gracias.


Al final fuimos cinco los corredores que conseguimos completar el reto. Después de 4 ediciones sin ningún éxito, supongo que este resultado indica que para buscar ese nivel límite entre lo posible o imposible, hay que dar una vuelta de tuerca, más pensando en que Sebastien se cascó el tema en menos de 72 horas. Mickael llegó segundo si no recuerdo mal en 76h y yo más o menos media hora después. Después llegó Benoit, de quien me marcaron sus palabras hacia Benoit, al llegar a meta, con la mirada entre el interlocutor y el infinito: “tu avais dit que c’etait possible, moi j’etais entre ceux qui ne le croyaient pas… mais voilà”. Y finalmente Nicolàs, por el mismo lado que yo, que llega caminando y me saluda dándome unas gracias inmerecidas, “c’etait toute la course que je me dis: je vais finir, parce que Albert m’a dit qu’il faut pas fermer des portes”. Me quedo con esas palabras y con esa lección de vida: nunca hay que cerrar puertas.

Besos y abrazos


  


P.D: creo que es la primera vez que me pilla la crónica con vuelta perdida (cuando ya he hecho la siguiente carrera "narrable"). Espero hacer los deberes pronto y explicar las andaduras por el campeonato del mundo de rogaine